La derecha siempre que han existido protestas o manifestaciones por parte de sectores progresistas de nuestra sociedad las han tachado de agresivas, que van contra la libertad o atentan contra la Constitución.
Nací hace 75 años en la calle Ferraz 70 de Madrid, actual sede del PSOE. Jugué de crío por esa calle y por el parque de Rosales junto a mi amigo de entonces Patxi Andión, que nació en el número 68.
En unos días Pedro Sánchez volverá a ser investido presidente del Gobierno. Necesitará a parte de la derecha más recalcitrante de nuestro país, la burguesía nacionalista vasca y catalana.
Las consecuencias del criminal atentado en Oriente Medio vuelven a reeditar vetustas pe-sadillas que parecían periclitadas.
Semanas llevamos oyendo y hablando de la amnistía y, por lo tanto, semanas llevo reflexionando sobre ella. Su conveniencia, su justificación, su sentido, abordando el asunto desde una perspectiva más filosófica e ideológica que pragmática. Y todas las perspectivas desde las que abordo el tema, están ya alumbradas por la sensación primera de no estar de acuerdo.
¿Qué ocurre cuando abrimos una nuez y no hay nada dentro? No desesperes, puede ser peor, que la abras y encuentres a Errejón. Dejando a un lado las bromas, aunque éstas se hayan convertido en la materialización de lo que es parte de nuestra clase política, centrémonos en la sustancia.
Lo que estamos viendo y escuchando estos días a propósito del conflicto entre Israel y Gaza, a algunos nos recuerda dos películas míticas de la historia del cine.
Paren el genocidio contra el pueblo palestino. Palestina merece ser reconocida como Estado y vivir libre. Sobretodo vivir, porque la vida sin libertad no es tal.
Al igual que en el conflicto Rusia-Ucrania, también en el volcán de Israel-Gaza surge la controversia sobre la equidistancia, criticando desde algunos sectores fundamentalmente conservadores a quien osa situarse en tal lugar.
Ayer fue un día en el que unas reivindicaban ciertas cosas y otros las denigraban. Un día en el que unos “sacaban pecho” y otras exigían pedir perdón. Ayer fue un día más, como cualquier otro, en mi país desde que tengo uso de razón.
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