4 de mayo de 2025
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Como escribió Roberto Cachanosky, en una columna titulada “El Estado presente hunde a la población en la pobreza”, la mayoría de las personas “…creyeron que los políticos tenían el monopolio de la solidaridad y que, con ellos cuidando a la población, todos tendrían… salud…, etc… iban a brindarle a la población la mejor condición de vida jamás vista…. Este perverso sistema del estado presente… ha transformado al estado en algo inmanejable…”.
La violencia en las sociedades está recrudeciendo a niveles insospechados incluso en países que, hasta hace poco, eran pacíficos hasta el aburrimiento, como en Alemania en donde días atrás manifestantes rompieron el perímetro policial del edificio del Reichstag, y “tomaron” la Cámara de Diputados en Berlín.
La Convención del partido Republicano recibió a Donald Trump en un auditorio de Charlotte, Carolina del Norte, para intentar durante cuatro días convencer a los votantes de que el 45º presidente de EE.UU. merece un segundo mandato. Sin competencia, fue abrumadoramente nominado para enfrentar al Partido Demócrata que lleva a Joe Biden.
Cansados han de estar mis lectores -y les agradezco tanta paciencia- de leer en innumerables columnas mías la descripción de cómo la violencia, en cualquier caso y bajo cualquier circunstancia, sirve únicamente para destruir y alentar más agresividad.
Como ya he dicho en varias oportunidades, la violencia destruye, entonces el Estado que se arroga su monopolio, destruye cuando la utiliza, cuando reprime, cuando crea leyes o regulaciones que prohíben actividades.
Alphabet (Google), Amazon, Apple y Facebook -que en conjunto valen más de US$ 5 billones- tienen hoy un exagerado poder de propaganda, y han sacado de sus redes noticias que consideran “inapropiadas”. Se ha formado un cartel que debe desarmarse porque es inaceptable que el mundo dependa -y entre en pánico- según la propaganda que difunda.
El día que respetemos la ciencia de la lógica -y seamos coherentes-, las sociedades progresarán con una rapidez que hoy ni siquiera imaginamos. Claro que, precisamente, es un camino de madurez, de desarrollo.
Es hora de descubrir a los demagogos y decir que todos los impuestos caen sobre los más débiles. De hecho, el Estado, la violencia que monopoliza- siempre destructiva- sin dudas es el principal creador de pobreza, sino el único.
Tiempo atrás, un prestigioso profesional dedicado a asesorar empresas me dijo algo sorprendente: el peor enemigo de cualquier empresa -grande, pequeña e incluso individual- no es la competencia más cruda, sino uno mismo y se inicia en el miedo y la inseguridad provocando reacciones violentas y autodestructivas. Es una buena noticia: saber que, para ganar, a quién debemos controlar no es a alguien inalcanzable.
Entre las tonterías que se ponen de moda -y duran lo que una estrella fugaz- ahora se perfila la “Nueva normalidad”. Cuenta Wikipedia que, a un artículo publicado el 2008 en Bloomberg News, sus autores Rich Miller y Matthew Benjamin lo titularon «Post-Subprime Economy Means Subpar Growth as New Normal in U.S.» (“La economía post subprime hace que el crecimiento por debajo de la media sea la nueva normalidad en EE.UU.”).
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