4 de mayo de 2025
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En una columna anterior decía que, tras la muerte de George Floyd, se produjeron unas protestas incluso peores que tras el asesinato de Martin Luther King, en 1968. Crisis que se desató en plena frustración dadas las cuarentenas forzadas -por el monopolio estatal de la violencia- con la excusa de frenar al Covid 19 como si la naturaleza, en libertad, no tuviera sus recursos.
Javier Sampedro miente en una columna en El País al afirmar que “El mutante del coronavirus que se ha expandido por… Inglaterra, que ha suprimido vuelos, atascado camiones…”. El virus infecta personas, pero la supresión de vuelos y el atasco es obra de los gobiernos. No se es periodista para mentir, Sampedro.
Una de las noticias más comentadas estos días ha sido que el CEO de Pfizer vendió 5,56 millones de dólares en acciones de la compañía (más del 60% de su participación) el mismo día en el que la farmacéutica anunciaba que su vacuna contra el coronavirus tenía una efectividad superior al 90%, a la vez que su vicepresidenta ejecutiva también se deshizo de acciones que, ese mismo día, cerraron con un alza de casi un 8% y, desde entonces, han bajado a medida que, en el mercado y las bolsas, se enfría la noticia de la vacuna.
En 2019 el Dragón Rojo ya era la segunda economía del mundo, con un PBI de unos USD 14 billones dejaba atrás a la zona euro (13,4 billones) mientras que, según JP Morgan, EE.UU. conservaba el primer lugar con un PBI de USD 21,3 billones y seguía siendo la economía más grande con el 27,3% del PBI global, mientras que China (17,9%) superaba a la zona euro (17,1%).
Las encuestas dan por ganador a Biden, pero el día de los comicios en 2016, The New York Times decía que Trump tenía solo el 15% de posibilidades de ganar. Algunos analistas dudan. Muchos votantes oficialistas no dan su opinión amedrentados por la intensa campaña de prensa su en contra. Por algún extraño motivo, los medios se alejan de lo que piensa la gente. Por caso, casi toda la prensa apoya las cuarentenas cuando Trump en alguna medida se opone.
Alguien dijo alguna vez que los maestros son siempre mejores que los aprendices. China y Evo, maestros del estatismo, le ganan a los “capitalistas” aprendices de maoísmo.
“La OMS acaba de admitir que tenía razón. Las cuarentenas están matando a países de todo el mundo. La cura no puede ser peor que el problema en sí mismo. Abran sus estados, gobernadores demócratas. Abre Nueva York. Una larga batalla, ¡pero finalmente hicieron lo correcto!”, twitteó triunfante Trump. Sucede que la burocrática OMS se desdijo de su prédica pro cuarentena, y ahora, ¡falta que afirme que los barbijos solo dificultan la respiración!
Un segundo mandato del actual presidente traería más entorpecimiento al comercio y la inmigración, y a nadie le conviene una “guerra fría” y mucho menos si esta escaldada, con el cada vez más autoritario gobierno de Beijing, termina en una guerra real.
Escribo esta columna desde una república, la Argentina, que va camino de ser Venezuela sino Cuba. Hoy, de entre los argentinos el 50% es pobre, el 95% tiene un salario mensual inferior a € 400, y algo tan normal como comprar -moneda extranjera- euros es “delito”. No hay vuelos, el país está cerrado. En contraposición, Isabel II es monarca de la potencia con la democracia más antigua, y envidiable.
“Los humanos merecen lo que tienen: se llenan la boca hablando de la naturaleza (cambio climático, transgénicos, bla, bla, bla...) y luego la tapan con algo antinatural como un barbijo. Greta T estaba de moda, se apostaba a que cambiaría el mundo, meses después, no existe”, escribió un amigo en Twitter. Pues, aun si no tuviera razón y el barbijo fuera útil, destaco la incoherencia que impera. O es el barbijo o es la naturaleza, ambas cosas no pueden ser, no percibir esta incoherencia es claro índice de que no se está razonando sino en estado de pánico.
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