Al leer los periódicos y demás soportes de opinión le produce cierto desasosiego las explicaciones que los políticos –creadores de dicha opinión publicada y pública- ofertan al que quiera escucharlas, y se pregunta si la relación entre dichos regidores de la cosa pública y los administrados a los que va dirigida no es… “Cuasi-infantil”.
Anidan estos sentimientos porque comprueba que ahora, el ganador de estas elecciones últimas, en las que ha obtenido 123 diputados y es la fuerza más votada y con una diferencia de 57 sobre el segundo, proclama a los cuatro vientos que lo más importante para el Estado es la gobernabilidad por la “Estabilidad” que conlleva. Y que los demás han de dejarle gobernar con tranquilidad, incluso con un gobierno en solitario, porque esto es muy bueno para la economía y las reformas necesarias. Pero hace menos de dos años, cuando el otro candidato obtuvo 137 diputados, -catorce más que los que el hoy tiene- y él obtuvo 84 es decir, con una diferencia de 53 respecto al mayoritario, primero obligó a repetir las elecciones, y después proclamó aún más a los cuatro vientos –esto le llevó a ser destituido por su propio partido y a renunciar llorando a su acta de diputado porque antes preferiría las penas del infierno que aceptar que gobernase el más votado- que nunca permitiría que la lista ganadora gobernase, aunque no consiguiese, él, apoyos para gobernar en el parlamento.
Pues sus seguidores, y muchos periodistas, no resaltan este hecho, y o no dicen nada, o dejan claro que el actual ganador poco menos que debe gobernar, aunque sea en solitario, y dejan explícita la amenaza: ¡ay de aquel que obligue a ir a unas próximas elecciones!
Pero también observa, que los que hace dos años proclamaban al mismo número de vientos, que la lista más votada debía ser respetada, y que bajo ninguna circunstancia se debía producir una alianza de perdedores, no solo ahora dicen que de lo dicho no hay nada, sino que ya en Andalucía, no solo han pactado dos para arrebatar la mayoría a los ganadores, sino que se han necesitado tres. Ahora sí defiende que es bueno el pacto de dichos perdedores.
Yony lleva a su propia reflexión la expresión, “Vivir para ver”. Pero lo que más le impacta es la mentalidad cuasi-infantil de los seguidores. De la opiniones no solo públicas, sino, lo que es peor, de las publicadas, porque nadie escribe un artículo poniendo a parir a unos y a otros y dejando claro que los administrados son como niños. Reflejan una mentalidad tan poco desarrollada que parece la de un infante de diez o doce años, donde lo que ayer era arriba hoy es abajo, y viceversa, y todo ello simplemente, ¡porque yo lo digo!. Y si mañana digo que los manzanos producen granadas, pues colará exactamente igual.
No entiende el visitante, hoy informante, el por qué los gobernados no envían a freír espárragos a los políticos que les hablen de esa forma y los toman por preadolescentes. Simplemente deberían dejar de votarles por sostener públicamente esas tonterías y sería bueno que buscasen el votar a personas que intenten ser un poco más serias y si hoy defienden un criterio, el que sea, que puede que sea equivocado, pero que mañana cuando les afecta que lo cumplan y demuestren un mínimo de coherencia. Porque por sus conocimientos de la Psicología sabe que esa misma falta de coherencia se dará mañana cuando ese político o ese grupo de políticos adopten decisiones trascendentales que afecten a muchos ciudadanos. Pues harán lo mismo: ¡Donde dije digo…!
Su pregunta resonaba en su cabeza, pero no alcanzaba reflejo alguno en el exterior: ¿Cómo pueden ser tan infantiles y pensar de esa manera como haría un niño de doce años, si se están jugando la vida de sus hijos, su formación, el futuro de muchos empleos, la propia seguridad de las personas?
En fin, la vieja frase volvió a retumbar en su cerebro, ¡Vivir para ver!
Sobre el autor
Carlos Gonzàlez-Teijòn es escritor, sus libros publicados son Luz de Vela, El club del conocimiento, La Guerra de los Dioses, El Sistema y de reciente aparición Psicología de virtudes y pecados, de la editorial Letras de autor.