Enviarán armas sólo cuando se pueda garantizar que el destinatario final de esa mercancía sea la oposición moderada al régimen de Bachar el Asad, pero para dar una oportunidad a la vía política que exploran Estados Unidos y Rusia, los ministros de Exteriores comunitarios también se comprometieron a no armar a los rebeldes sirios al menos hasta el 1 de agosto, pese a que el embargo expire el 1 de junio.
Durante esos dos meses, los titulares de Exteriores analizarán los posibles avances de la negociación política y volverán a reunirse antes de decidirse a vender armas a la oposición siria.
Se trata de un acuerdo que recoge parcialmente las diferentes opciones planteadas por los países y que solo fue posible tras doce horas de reunión, cuando la hipótesis del desacuerdo se estaba ya instalando en la atmósfera del Consejo de Exteriores celebrado en Bruselas.
Y es que Reino Unido y Francia amagaban con dejar caer todo el paquete de sanciones a Siria, lo que incluye la prohibición de vender y comprar cualquier tipo de producto al país en guerra, de financiar proyectos o de permitir la entrada a determinados ciudadanos. Pero para alejar ese escenario de caos, los ministros lograron a última hora prorrogar por un año todo ese paquete de sanciones a cambio de únicamente levantar el veto para unos envíos muy concretos: armamento destinado a la Coalición Nacional Siria para protección de los civiles, con un protocolo que obligue a analizar cada caso por separado.
De momento, se trata de un acuerdo entre los titulares de Exteriores, sin que exista respaldo de la normativa comunitaria, pero se ha logrado que sea al menos unánime, algo que se puso en duda durante toda la jornada.
España escenificó ayer por primera vez ante sus socios comunitarios el cambio de postura que había realizado en los últimos tiempos, porque, en principio, la diplomacia española se situaba en el amplísimo grupo de gobernantes que consideraban muy peligrosa la opción de abrir la veda al envío de armas ya que la posibilidad de que ese material acabase en manos de los grupos más radicales disuadía por completo a España de ir adelante.
“La situación en Siria ha obligado a acelerar la solución del conflicto; hay un riesgo de implosión, de la desaparición de Siria como Estado”, argumentó el ministro español de Exteriores, José Manuel García Margallo, para explicar el giro.
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