Más de la mitad de los niños menores de 18 años en el mundo continúan siendo objeto de castigos corporales anualmente, según un reciente informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El castigo corporal, que implica golpear a los niños, abarca cualquier forma de corrección impuesta por padres, cuidadores o docentes con el objetivo de causar algún grado de malestar. Esta práctica puede llevarse a cabo tanto en el hogar como en espacios públicos, como las escuelas.
Los efectos del castigo físico son profundos: incrementa el riesgo de ansiedad y depresión y obstaculiza el desarrollo cognitivo y socioemocional. “El castigo corporal no aporta beneficios ni al comportamiento, ni al desarrollo, ni al bienestar de los niños, ni tampoco a los padres o a las sociedades”, declaró Etienne Krug, director del Departamento de Determinantes Sociales de la Salud de la OMS.
No hay evidencia de que funcione
A lo largo de las últimas décadas, numerosos estudios han examinado las consecuencias del castigo corporal, sin encontrar evidencias que respalden su eficacia en mejorar el comportamiento infantil. En cambio, muchos estudios revelan que esta práctica conlleva múltiples consecuencias negativas a largo plazo para los menores y para la sociedad.
“Existe ahora evidencia científica abrumadora de que el castigo corporal conlleva múltiples riesgos para la salud infantil”, enfatizó Krug. Un análisis realizado en 49 países con ingresos bajos y medios mostró que los niños sometidos a castigos físicos tienen un 24 % menos probabilidades de desarrollarse al mismo ritmo que sus pares.
Además del daño físico inmediato, esta forma de disciplina eleva los niveles hormonales del estrés en los niños, lo cual puede alterar tanto la estructura como el funcionamiento cerebral. Sus efectos pueden perdurar durante toda la vida.
Ciclo intergeneracional de violencia
Desde una perspectiva social, los niños que sufren castigos físicos son más propensos a repetir este comportamiento con sus propios hijos, perpetuando así un ciclo intergeneracional de violencia. Asimismo, aquellos adultos que fueron castigados físicamente en su infancia tienden a exhibir comportamientos violentos y agresivos.
“Esta práctica también fomenta una mayor aceptación social de la violencia, reforzando ciclos dañinos entre generaciones”, añade el informe.
A pesar de ser una práctica extendida globalmente y presente en diversas culturas, existen variaciones regionales significativas. En Europa y Asia Central, aproximadamente el 41 % de los niños experimentan castigos corporales en casa, mientras que en Oriente Medio y el norte de África esa cifra asciende al 75 %.
Diferencias regionales notables
La disparidad se acentúa aún más en entornos escolares: solo el 25 % de los niños del Pacífico Occidental reciben castigos físicos durante su educación formal, comparado con más del 70 % en África y Centroamérica.
Tanto niñas como niños enfrentan probabilidades similares de sufrir estas sanciones; sin embargo, pueden ser castigados por diferentes comportamientos y mediante métodos distintos. Es importante señalar que los niños con discapacidad presentan un riesgo mayor. Además, las comunidades empobrecidas o aquellas afectadas por discriminación económica o racial recurren más frecuentemente a estos tipos de disciplina.
Más allá de las políticas prohibitorias
El informe destaca que aunque prohibir el castigo corporal es crucial, no es suficiente por sí solo. De hecho, no se ha encontrado una relación consistente entre la prohibición legal y la disminución efectiva en su práctica.
Actualmente, 67 países han implementado prohibiciones universales contra el castigo físico tanto en hogares como en escuelas. La OMS también hace un llamado para mejorar la aplicación de estas prohibiciones e impulsar campañas educativas que conciencien sobre sus efectos nocivos.
“El uso continuado del castigo corporal y la persistente creencia en su necesidad sugieren que los esfuerzos legislativos deben ir acompañados por campañas informativas”, concluye el informe. Los estudios indican que si los padres estuvieran más informados sobre métodos alternativos efectivos para corregir conductas infantiles, optarían por ellos.
“Es hora de acabar con esta práctica dañina para garantizar que los niños prosperen tanto en casa como en la escuela”, finalizó Krug.
La noticia en cifras
Cifra |
Descripción |
Más del 50% |
Porcentaje de niños menores de 18 años que experimentan castigos corporales anualmente en todo el mundo. |
24% |
Reducción en la probabilidad de desarrollo adecuado de los niños que reciben castigos físicos en comparación con sus compañeros. |
41% |
Porcentaje de niños en Europa y Asia Central sometidos a castigos corporales en el hogar. |
75% |
Porcentaje de niños en Oriente Medio y el norte de África que sufren castigos corporales en el hogar. |
25% |
Porcentaje de niños del Pacífico Occidental que reciben castigos físicos durante su escolarización. |
Más del 70% |
Porcentaje de niños en África y Centroamérica que reciben castigos físicos durante su escolarización. |
Preguntas sobre la noticia
¿Qué efectos tiene el castigo físico en los niños?
El castigo físico tiene efectos de gran alcance, aumentando el riesgo de ansiedad y depresión, y reduciendo el desarrollo cognitivo y socioemocional.
¿Hay evidencia de que el castigo corporal sea efectivo?
No hay evidencia de que el castigo corporal funcione para cambiar el comportamiento de los niños. Los estudios han demostrado que tiene múltiples consecuencias negativas a largo plazo.
¿Cuáles son las estadísticas sobre castigo físico en el mundo?
Más de la mitad de los niños menores de 18 años en todo el mundo siguen experimentando castigos corporales anualmente. Las variaciones regionales indican que en Europa y Asia Central, alrededor del 41 % de los niños son sometidos a castigos físicos, mientras que en Oriente Medio y el norte de África, esta cifra es del 75 %.
¿Cómo afecta el castigo físico a la salud infantil?
El castigo físico eleva los niveles hormonales de estrés en los niños, lo que puede alterar la estructura y funcionamiento cerebral, causando daños físicos inmediatos y efectos duraderos.
¿Qué se puede hacer para erradicar el castigo físico?
Prohibir el castigo corporal es importante, pero no suficiente. Es necesario acompañar estas prohibiciones con campañas educativas que refuercen la conciencia sobre sus daños y enseñen métodos alternativos para corregir a los niños.