A falta de apoyo institucional, el proyecto “La energía del cole” está buscando apoyo social para financiarse. Se trata de producir energía solar en la cubierta de un centro escolar de Arroyomolinos de León (Huelva) y compartir la electricidad producida con las familias de menores escolarizados en situación de vulnerabilidad.
Esta iniciativa pionera ganó el concurso Renovathon de Greenpeace en 2020 y la organización la presentó al MITECORD como modelo de interés a la hora de definir, crear e impulsar nuevas comunidades energéticas.
Tras un año de trabajo, con el acompañamiento de Greenpeace para constituir los elementos sociales, legales, técnicos y económicos necesarios para su puesta en marcha, la idea se materializa ahora en este proyecto piloto de comunidad energética local (CEL) que, a través de un autoconsumo solar colectivo, acometerá un proceso de empoderamiento energético desde los principios del ahorro, la eficiencia energética, la sostenibilidad y la justicia social.
Ante la ausencia actual de apoyo económico institucional, las entidades promotoras (Asociación Muti, la cooperativa Aeioluz y personas independientes, con el apoyo de Greenpeace) han optado por la financiación ciudadana solidaria colectiva a través de una campaña de donaciones en la conocida plataforma GOTEO, en la que pueden participar tanto personas individuales, como entidades y empresas, con aportaciones desgravables en la declaración de la renta (entre el 80% y 35% respectivamente).
A pesar de que la figura de comunidad energética local (CEL) ya ha sido legislada por Europa, en su interés por democratizar el modelo energético que evite la concentración en pocas grandes empresas, su transposición al ordenamiento nacional todavía no está completada. En consecuencia, se ha producido un retraso en el desarrollo y despliegue de las comunidades energéticas, que se dibujan como un importante fenómeno transformador del modelo enerǵetico al poner a la ciudadanía como actor directo de la transición energética.
“Este proyecto es un símbolo de cómo ha de ser el nuevo modelo energético. En plena crisis de precios de electricidad y combustibles contaminantes importados, va a enseñar a las niñas y niños del futuro, sus familias y ayuntamiento a producir, usar y compartir enerǵia limpia y gratuita (del sol) desde los valores del ahorro, eficiencia, sostenibilidad y solidaridad con los colectivos vulnerables (mujeres y familias monomarentales principalmente),” ha declarado Maria Prado responsable de Energía Ciudadana de Greenpeace. “El poder de este proyecto va más allá de lo local, porque cualquier colegio de España podrá replicarlo. Y eso son muchos miles de niñas, niños y familias usando energía limpia y sostenible con valores de sostenibilidad y justicia social. Por eso este proyecto tiene que ser un éxito y las aportaciones económicas ciudadanas voluntarias son indispensables. Cuanto antes aprendamos a utilizar nuestra propia energía antes haremos partícipes a la sociedad de la urgente transición energética”.
Empoderamiento vs caridad: la democratización de la energía frente al oligopolio
El proyecto supone un gran desafío, no solo por la dificultad de abrir camino en las diferentes áreas que necesita construir, experimentar y superar sin experiencias previas ciudadanas (arquitectura social, legal, técnica y económica) sino por apostar por una gobernanza democrática y un empoderamiento de las mujeres, niñas y niños como agentes de cambio social, modelo que supone una alternativa sustancialmente diferente al de otras propuestas impulsadas por grandes empresas energéticas, que tratan la vulnerabilidad energética desde la caridad y la transición energética desde el modelo de oligopolio y especulativo.
“Desde Greenpeace llevamos años denunciando y exigiendo dejar de tratar la energía como un producto de lujo, en manos de unas pocas empresas energéticas especializadas en especular, para tratarla como un derecho de todas las personas. Este proyecto demostrará que cualquiera de nosotras, desde un pueblo, barrio o ciudad podemos hacer y utilizar nuestra propia energía limpia de manera sostenible y solidaria. Si muchas personas deciden apoyar este proyecto, se podrá demostrar que es posible usar la energía renovable de manera compartida para fines no solo ambientales sino sociales”, concluye Prado.