Tenemos una sociedad que, no se sabe muy bien por qué, suele celebrar cuando se cumple un múltiplo de 5 años de algún acontecimiento, especialmente, si son 25, 50, 75 o 100 años.
Hemos salido de la reciente tragedia de las inundaciones de Valencia con un ambiente tenebroso, oscuro y sin apenas darnos tiempo para reponernos nos hemos encontrado de sopetón con las elecciones de EE.UU. y la victoria de Donald Trump ha sido contundente, mucho más de lo que los más pesimistas de entre nosotros preveían.
Vivimos un instante especialmente duro y negro. Susceptible de empeorar si en apenas 24 horas desde que escribo esta reflexión Trump es capaz de ganar las elecciones en EE.UU.
Debo reconocer que el caso “Koldo-Ábalos” me dejó impactado y casi sin respuesta intelectual y lo que es más peligroso tampoco ideológica.
Con un Partido Popular echado al monte, desbocado, una extrema derecha, incluida la que convive en el seno de ese partido, que sigue sin ningún pudor lanzando bulos, mentiras, difamaciones, e insultos, con algunos estamentos de la justicia haciéndoles el juego sucio y ante la inacción de una izquierda perpleja, en algún momento se debe gritar alto y fuerte; ¡basta ya!
En mi anterior reflexión analizaba sobre la posibilidad de ser equidistante ante los conflictos actuales. Reconozco que en esta ocasión y a la vista de los acontecimientos he decidido dejar de serlo, aunque ello me traiga críticas feroces en un mundo donde el sionismo y la extrema derecha próxima se imponen de manera contundente.
Hace apenas un mes la depresión producida en el bando demócrata por la sensación de que un poderoso Donald Trump arrasaría sin piedad a un anciano Joe Biden, ha sido superada con su renuncia y la llegada de Kamala, transformándose en verdadero entusiasmo avalado por las encuestas que iban llegando.
Afortunadamente la aparición anunciada de Carles Puigdemont el pasado jueves 8 de agosto no dio para mucho. De nuevo de manera fugaz (nunca mejor dicho) volvía a cruzarse en la historia de este país.
Hemos tenido este domingo la primera parte de las elecciones legislativas en Francia. Con la incertidumbre de si la extrema derecha de Marinne Le Pen, su Agrupación Nacional, sería capaz de arrasar según indicaban las encuestas.
Pasado ya el 9-J el panorama de Europa parece desolador en especial el centro, salvándose del tsunami de extrema derecha tanto el norte, Finlandia, Suecia y Dinamarca, como la excepción ibérica, España y Portugal.
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