Debo reconocer que cuando a eso de las 10 de la mañana del lunes de pascua, he escuchado al cardenal camarlengo, Kevin Farrell (por cierto irlandés) la fatídica frase de que “Francisco había muerto”, he sentido una profunda tristeza desde mi ateísmo no militante.
Ha sido incluso menos de lo esperado. El Donald Trump chulesco y altivo de hace apenas unos días, ha sucumbido en apenas un round y el 9 de Abril de 2025 pasará a la historia como el día que un idiota, en el sentido griego y también en el castizo, dio su brazo a torcer.
En un momento de perplejidad y parálisis de las izquierdas, especialmente de sus partidos políticos, supone una bocanada de aire fresco ilusionante la iniciativa que hace unos días lanzó en Italia el intelectual y periodista Michele Serra.
El 2 de marzo se cumplen 14 años de la desaparición de la escena política de unos de esos estadistas, ideólogos, que marcó una época y que tanto echamos de menos ahora: Enrique Curiel.
Dos acontecimientos que he vivido en los últimos días me han hecho reflexionar para romper el silencio y recuperar la memoria.
Esta vez va en serio, el peligro es real, muy real y no podemos ni debemos pasar de él. ¡Hay que reaccionar ya!
En este 2025 que acabamos de iniciar se cumplen 50 años de la muerte del dictador Franco, que aterrorizó a sangre y fuego nuestro país durante décadas.
Escribo esta reflexión en el final de un año 2024 que ha sido especialmente negro, en lo político, social, meteorológico, aquí y allí. Solo el aspecto económico en nuestro país se ha librado de ese tono oscuro.
Quienes desde la derecha, centro, o izquierda se consideren demócratas, deben coincidir en que el mayor peligro para esa democracia y por tanto para nuestra libertad hoy en día son las mentiras, manipulaciones, bulos, o lo que algunos bienintencionados denominan “fake news”, quizás para que al ponerlo en ingles adquiera una menor relevancia.
La Dana que recientemente asoló Valencia y parte de Cuenca y Andalucía además de 228 muertos y un panorama desolador, nos ha dejado el desprestigio de una manera de hacer política basada en la mentira, la manipulación y el engaño.
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