El próximo 17 de octubre, casualmente día de mi cumpleaños, se cumple 10 años, número redondo, de la celebración en 2011 de la que se denominó “Conferencia Internacional de Paz de San Sebastián”.
En la larga historia del terrorismo de ETA ha habido momentos especialmente duros. Los asesinatos de Ernest Lluch, Miguel Ángel Blanco, José Luis López de Lacalle, los atentados de Vich o Hipercor, como antes el de Carrero tuvieron un efecto devastador.
El carácter cinéfilo que me impregna, me lleva a iniciar esta reflexión con el recuerdo de aquel excelente documental que con el título “Setiembre negro”, reflejaba y analizaba la historia de toma de rehenes entre los atletas israelíes y posterior asesinato de 11 de ellos, durante las Olimpíadas de Múnich de 1972, por parte de un comando terrorista palestino, y que trajo como consecuencia una sangrienta y cruel represalia del estado de Israel.
Las conmemoraciones múltiplos de 10 tienen especial relevancia. Eso ocurre con este 11-S en el que se cumplen 20 años de aquellos terribles ataques a las Torres Gemelas de NY, Pentágono y dos aviones comerciales.
Una de las frases más reconocidas de la historia del cine, es la que pronuncia el desamparado alienígena de E.T. apuntando con su dedo luminoso al espacio: “Teléfono, mi casa”.
Decía Margarita Robles, la ministra con más coraje y valentía del gobierno, que “Afganistán supone un fracaso de Occidente”.
Los talibanes entran en Kabul por todos los frentes, mientras las ratas y los incompetentes huyen despavoridos.
Existe un debate sobre si en la sociedad actual existe libertad de expresión o no. En esta reflexión infrinjo de nuevo la norma de no hablar en primera persona, pido excusas por ello.
Lo ocurrido en estas Olimpiadas 2020 en Tokio con nuestro país, da para un análisis que trascienda de lo puramente deportivo.
El pasado día 20 en comparecencia ante la prensa, el Vicepresidente de Castilla-León, Francisco Igea, pronunció una de esas frases memorables, que además sintetiza todo lo ocurrido en estos 17 mese de pandemia.
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