Para llevar a cabo esta investigación, que ha sido publicada en 'Journal of Experimental Biology', los científicos seccionaron la cabeza y cuello del gusano y esperaron a que se desarrollara de nuevo. De esta forma los expertos se dieron cuenta de que el gusano también había recuperado sus habilidades aprendidas y decidieron evaluar su memoria.
A estos pequeños gusanos les disgustan los espacios abiertos y las luces brillantes, pero habían sido entrenados para ignorar estos aspectos y encontrar su comida. Por lo que, una vez regenerada su cabeza y cerebro, los científicos midieron el tiempo en que estos animales llegaban hasta los alimentos.
Así, descubrieron que, incluso después de la decapitación, los gusanos que habían pasado por la formación eran capaces de superar estos miedos y empezar a comer mucho más rápido que los gusanos que no habían sido entrenados previamente, lo que demostraba que los recuerdos también se habían regenerado.
Los científicos han querido especificar que los recuerdos no volvieron inmediatamente, pero que tras recuperarse, solo requirieron una lección para que el gusano volviera a hacer aquello para lo que había sido entrenado.
Los expertos han indicado que "aún no están claras" las razones por las que sucede esto, aunque han sugerido que, dado su estructura cerebral, distinta a las de los vertebrados, algunos de sus recuerdos podrían ser almacenados en otro lugar de su cuerpo.
También se baraja la posibilidad de que el cerebro original de los gusanos haya modificado su sistema nervioso y, a su vez, que el sistema nervioso pueda alterar cómo el segundo cerebro se forma durante la regeneración, permitiéndole recuperar sus recuerdos de forma más fácil.
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