Según un estudio de Zhenchao Qian y Dmitry Tumín, las mujeres especialmente a partir de esa edad, engordan durante los dos años siguientes al “día del cuento de hadas” mientras que los hombres, que durante el matrimonio mejoramos de salud, cuando “el cuento de hadas” finaliza en divorcio, también ganamos peso.
Pero cada vez nos casamos menos, eso es un hecho que casi nadie discute, ya sea por pereza, por miedo al compromiso que supone o a sí sale mal, el hecho es que preferimos no casarnos, lo que, según este artículo, salvaría nuestra figura. Hace diez años los matrimonios superaban en más de 10 a 1 a las parejas de hecho.
Sin embargo en la actualidad, más de la quinta parte de la población joven prefiere vivir juntos sin casarse, uno de cada tres nuevos habitantes del país nacen fuera del matrimonio y más de la mitad de las mujeres jóvenes menores de 30 años convivieron durante su primera unión sin casarse o actualmente lo hacen.
Un estudio para el CIS de Marta Domínguez Folgueras, doctora en sociología por la Universidad Complutense de Madrid y doctora miembro del Instituto Juan March, titulado 1995-2006: Diez Años de cambios en las parejas españolas, recientemente publicado y disponible en la red, da, entre sus muchas conclusiones esos datos y otros.
Hay cosas que han cambiado, por ejemplo el nivel educativo o la actividad laboral que se asociaban a la cohabitación en 1995, han perdido completamente la importancia que tenían a nivel estadístico. Pero los cambios no son tan fuertes, aún se mantienen muchos factores que ya se daban en 1995.
Ser joven, haber vivido fuera de la casa familiar, residir en ciudades o haber visto como tus padres se separan (algo mucho más habitual hoy en día y perfectamente reflejado en series como La que se Avecina), dan aún lugar a una menor predisposición por el matrimonio durante la primera unión.
Si además los roles de género (preferencias, reparto de tareas del hogar) son más igualitarios en las parejas no casadas que en los casados, no es difícil explicar porque los jóvenes solemos ser tan reacios a la hora de decir el “Si quiero” delante de las familias.
Naturalmente la cosa cambia cuando se espera un hijo, según el estudio es bastante más probable que si la mujer esté embarazada, se produzca un matrimonio a que se forme una pareja de hecho, hecho atribuido según el estudio a las mayores garantías que ofrece el matrimonio para criar a los hijos.
Menos Románticos
Según el estudio las personas que han formado una pareja de hecho son menos románticas y más prácticas a la hora de valorar el matrimonio, mientras que los casados dan razones más emocionales para dar el salto, probablemente porque ya lo dieron.
Parejas minoritarias: segundas uniones, parejas del mismo sexo y formadas con mujeres de otras nacionalidades.
Las segundas uniones no han cambiado en los últimos años, siguen prefiriendo formar una pareja no casada entre ellos, se sigue asociando una segunda unión con mujeres de alto nivel educativo y sus embarazos se siguen asociando a la convivencia.
El estudio de las parejas del mismo sexo, uno de los aspectos del estudio que pudo presentar mayor dificultad, revelan que no son diferentes a las heterosexuales, salvo la menor fecundidad o que estas mujeres tengan más frecuentemente actividad laboral.
Las parejas formadas con mujeres de otras nacionalidades muestran tendencias que dependen del origen: las americanas o las europeas prefieren la convivencia sin matrimonio, mientras que las africanas son más fecundas y prefieren el matrimonio.
Concluyendo, la sociedad española sigue evolucionando, parece que tendemos cada vez más a no dar el “si quiero” y preferir las parejas de hecho, surgiendo además una nueva tendencia, aún no mayoritaria, de seguir siendo o convertirse en parejas de hecho cuando vienen los hijos en vez de casarse. Así qué la Iglesia puede seguir preocupándose y los Juzgados pueden respirar tranquilos por no esperar ningún incremento de su trabajo, mientras nosotros, en teoría, seguiremos sin perder nuestra figura.