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Del kaos al logos (VI): Visión de adulto
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Del kaos al logos (VI): Visión de adulto

Por Carlos González
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bergidahotmailes/7/7/15
lunes 26 de noviembre de 2018, 11:08h

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Por tal entendemos la de aquella persona que se siente responsable de sus decisiones y trata de adoptar las mismas basándose en los mayores y mejores Conocimientos posibles.

Si ya no hay ensoñaciones infantiles inconscientes, ideologías de creencia ciega, ni motivaciones instintivas sin control alguno, entonces puede que estemos ante una Visión madura del entorno.

Esto sucederá si ya hemos abandonado al niño hace tiempo, y hemos superado la etapa difícil de la adolescencia. Nos situamos en la etapa en la que somos totalmente responsables de nuestros actos, y una cosa sabemos cierta: de cómo preparemos nuestras acciones y las llevemos a cabo con el mejor conocimiento posible, así dependerá el resultado que perseguimos. Avanzamos obligados por la vida, y sabemos que debemos avanzar, conocemos que las opciones son múltiples y que algún fracaso cosecharemos, pero aún así debemos estar preparados para seguir caminando. Si todas esas circunstancias se dan, entonces estamos ante una mente madura. De alguien que no conoce todas las respuestas, que necesariamente ha de correr riesgos, pero que procura que estos no sean trascendentales. Que sabe que el error está a la vuelta de la esquina, pero también que la perfección no existe. En ese caso, y solo en ese caso, puede que estemos ante la mente de un… Adulto.

Una persona adulta ya no sueña ni se embelesa, conoce a sus vecinos, convive con ellos, sabe que la vida es un conjunto de compromisos, de acciones y respuestas. Respeta sus deberes y obligaciones y sabe que sus conciudadanos actuarán bajo unas premisas conocidas. No se trata de que no sueñe o desee mundos mejores, sí lo hace constantemente, pero sabe que no vendrán solos si él o ella no luchan por ellos. Desean, por supuesto, pero aplican la cabeza, a través de sus conocimientos y experiencias, para evaluar si son posibles o no. Nada de locuras inconscientes ni mundos imposibles. Realidad, realidad, realidad. Cabeza.

Un adulto conoce y practica el Sexo, sabe que es imprescindible en la vida, pero sabe y sigue sus reglas, y lo hace con la mayor prudencia posible. No le es ajeno que es una fuente maravillosa de felicidad, pero que también es el barranco por el que muchas personas se despeñan. Intensidad y orden.

Quizá la cualidad más importante de una persona que actúa como adulto es que ya no “Cree”, solo “Conoce, o no conoce”. Aplica sus conocimientos fruto del aprendizaje de sus mayores y de sus experiencias propias, y si no dispone de ellos investiga con prudencia. Lo que no hace es vivir inconscientemente como lo haría un niño sabiendo que alguien tomará esas decisiones por él, ni se aventura a ciegas basándose en sus “Ideologías” como haría un adolescente sin formación.

Las palabras clave que rigen su vida son Responsabilidad y Compromiso. Debe ser prudente porque de sus actuar se derivarán un conjunto de reacciones de las que será el que deba responder ante los demás miembros de sus respectivas comunidades. Porque si hace daño alguien pedirá cuentas. Y debe hacer frente a sus compromisos con los demás porque ellos también están atados por los mismos lazos de confianza. Esperan de mí que reaccione según las reglas y basándose en ellas adoptarán sus decisiones.

La persona adulta sabe que la vida en la que nos desarrollamos es Subjetiva –cada persona ve las cosas desde su punto de vista, y sobre todo en función a sus intereses conscientes o inconscientes-, Relativa –se valora en función a los criterios de ese momento y lugar- y, Circunstancial –todo depende del entorno general en el que se desarrolle cualquier acción. Ninguna circunstancia es absolutamente igual a otra-.

Los criterios y conceptos Absolutos son propios de la inconsciencia de los niños y de las creencias ciegas de los adolescentes.

En fin, intentar ser adulto significa abandonar mundos de ensueño e ideologías cerradas, míticas y crípticas, e intentar avanzar en el oscuro e incierto camino de la vida tratando de obtener los mejores conocimientos de nosotros mismos y del entorno en el que nos movemos para perseverar en una sola cuestión, querer a los nuestros, e intentar sobrevivir en las mejores condiciones posibles en el cambiante avanzar de la Especie Humana, a la cual pertenecemos.

Lo demás, como diría nuestro premio Nobel… Es música de flauta.

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