El juicio ha tenido lugar hoy en el Salón de Plenos del Tribunal Supremo ante un tribunal de siete magistrados. Garzón está acusado de prevaricación y uso incorrecto de artificios de grabación. El juez acusado ha compadecido vestido con toga, la cual tuvo que quitarse en la sesión de la tarde por orden del presidente del Tribunal.
La solidez y el aplomo de Garzón ante las preguntas de la acusación no eran esperados por los letrados de la acusación que se quedaron sorprendidos al ver que el juez había decidido cambiar de estrategia. En un primer momento parecía que Garzón iba a negarse a contestar a cualquiera de las preguntas, pero, finalmente, decidió hacerle caso a su abogado y optó por contestar con una seguridad impecable.
De esta forma, los abogados acusadores quedaron en mal lugar ya que no se esperaban este cambio y daba la sensación de que no se hubieran preparado bien la sesión. Tal fue la soltura que tuvo Garzón en el juico que incluso llegó a aleccionar a alguno de los letrados acusadores.
Baltasar Garzón ha negado que hubiera mandado escuchar a los letrados del caso Gürtel, sino que mandó escuchar a los presos y que “algunos de los letrados jugaron un papel clave en el mecanismo de blanqueo de dinero de la trama". Con suma rotundidad negó que hubiera vulnerado del derecho de defensa (cosa por la que los letrados de la acusación le juzgaban).
Si no sale airoso de este juicio, se enfrenta a una pena de diecisiete años de inhabilitación, por lo que sería expulsado de la carrera judicial.
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