Excepto las pacientes embarazadas, con una angina, o los que no hayan sufrido efectos secundarios y su presión arterial esté controlada, deberían continuar con los betabloqueantes.
Esto no quiere decir que este tratamiento no sea efectivo, si no que es menos positivo que algunos de los fármacos nuevos.
Los betabloqueantes reducen el riesgo de infarto en un 20%; no obstante, nuevas investigaciones muestran que al cambiar el tratamiento por un nuevo fármaco, no sólo reduce el riesgo de infarto en este tanto por ciento, sino que también reduce un 50% el de apoplejía.
El inconveniente se encuentra en el cambio de tratamiento, que supondrá mayor costo, aunque al mismo tiempo, el NHS se ahorraría unos 250 millones de libras, al reducirse el número de infartos y apoplejías.
Si (
No(
