Un bombardero estratégico B-52 de Estados Unidos cargado con cuatro bombas termonucleares sufrió un accidente mientras repostaba en vuelo el 17 de enero de 1966 al colisionar con un avión cisterna, ante lo cual dos bombas se abrieron, ardieron y contaminaron con plutonio las tierras de Palomares. Pocas semanas después, el entonces ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga, y el embajador estadounidense en España, Angier Biddle Duke, se bañaron en ese lugar para demostrar que sus aguas no eran peligrosas.
El pasado 19 de octubre, el ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, José Manuel García-Margallo, y el secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, firmaron una declaración de intenciones para descontaminar el suelo de Palomares.
Greenpeace ha hecho público el documento '50 años de accidente de Palomares: el suceso, las consecuencias y la gestión de los residuos radiactivos', en el que expone los datos disponibles y repasa las actuaciones de limpieza, investigación y vigilancia que se han llevado a cabo desde 1966 hasta ahora.
La organización ecologista reclama un acuerdo jurídicamente vinculante entre España y Estados Unidos durante un periodo de tiempo no inferior a la permanencia de la contaminación en Palomares y que base sus límites en el principio de precaución y pide transparencia tras el acuerdo firmado por Margallo y Kerry respecto de los planes para la zona.
"Si la contaminación no tiene caducidad, tampoco debe tenerla la responsabilidad. El principio de quien contamina paga debe hacerse valer frente a las instituciones de Estados Unidos. Asimismo, la transparencia y participación pública debe estar presente en las actuaciones de las instituciones españolas", declaró Raquel Montón, responsable de la campaña nuclear de Greenpeace.