El conjunto de Luis Enrique no ocultó sus cartas y marcó el tempo del choque desde el pitido inicial; ejerció la presión muy arriba, impidiendo que el centro del campo rojiblanco lograse fijar al ataque celeste, y propició que el conjunto de Ernesto Valverde se limitase por momentos a sacarse el esférico de encima. Mientras, el cuadro vasco trataba de crear peligro con balones largos desde atrás.
La primera gran ocasión de los locales la tuvo Santi Mina, este lunes haciendo labores en el mediocampo, que enganchó de volea un pase del chileno Fabián Orellana, aunque su disparo se marchó desviado.
Charles y un excelso Rafinha, soberbio una vez más en la conducción del balón, probaron a Gorka Iraizoz en los siguientes minutos, pero no lograron inquietar al meta navarro.
El dominio celeste no obtuvo respuesta de los leones en los primeros 45 minutos. La mejor oportunidad para adelantarse llegó en el minuto 43, cuando Charles recuperó un balón en el área y su chut posterior desde la frontal, ante la mirada de Iraizoz, se estrelló en el palo. Sin premio, los gallegos se marcharon a vestuarios.
Los vigueses salieron con la misma intensidad en la reanudación, aunque pasado el cuarto de hora comenzaron a dar muestras de agotamiento tras el despliegue de la primera mitad; el Athletic tocó más el balón, aunque las mejores ocasiones siguieron siendo gallegas.
La primera llegada con peligro del Athletic tuvo que esperar hasta el minuto 73; Muniain armó un disparo con rosca desde la izquierda que se marchó fuera cerca de la portería de Yoel. Fue el comienzo del asedio vasco, que en los últimos minutos acosó al portero celeste.
En el 78, Ibai Gómez, recién ingresado en el terreno de juego, remató fuera con el exterior un pase de Iturraspe, y dos minutos después Óscar de Marcos colgó la pelota en el corazón del área chica y Cabral tuvo que emplearse para evitar el remate de Kike Sola. La respuesta fue un disparo de Rafinha desde la frontal, que se marchó desviado.
Cumplido el tiempo, la tuvo en su cabeza Mario Bermejo, que remató por encima del larguero. La afición de Balaídos acabó premiando el esfuerzo del equipo y lo despidió en medio de una intensa ovación.
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