El pánico generado entre los miembros de los grupos de mensajería instantánea, provocó que muchos de ellos se personaran en el centro educativo para sacar a sus hijos ante el temor de que les pudiera pasar algo.
Las víctimas pactaban unas condiciones laborales con un supuesto empresario español, que asumía los gastos de su viaje, unos 1.700 euros, dinero que podrían devolver poco a poco cuando empezaran a trabajar.