La muerte del dictador, supone la victoria final del Consejo Nacional de Transición (CNT), pero no implica el fin de las hostilidades en Libia.
Aunque nos encontramos ante una nueva etapa para el país africano, no queda claro si esta será una etapa del todo próspera. Aunque tal y como afirma el presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, “la muerte de Gadafi cierra una página para los libios y señala el inicio de un proceso democrático”, no hay que olvidar las sabias palabras de Hillary Clinton cuando dice que la muerte del dictador “no garantiza el fin del conflicto en Libia”.
Uno de los motivos por los que no está todo ganado es el hecho de que Saif el Islam, el hijo de Gadafi que iba a heredar su cargo, sigue en paradero desconocido. Por otro lado, tal y como explica el profesor de la Universidad de Túnez y autor de varios libros sobre Libia, Moncef Ouannes, todavía se desconoce si la muerte del coronel va o no a “acrecentar la lucha por el poder en el CNT entre las facciones islamistas, mayoritarias entre los rebeldes, y los liberales”, añadiendo que “probablemente será así y probablemente ganarán las primeras y tendremos a una Libia pintada de verde durante al menos una década”.
En efecto. Ahora debemos preguntarnos cómo reaccionarán los seis millones de libios que, tras cuatro décadas de dictadura por fin pueden expresarse en libertad y ejercer su derecho al voto. Estas personas tan diferentes entre sí (bereberes, islamistas, intelectuales exiliados, rebeldes de Bengasi, milicianos de Misrata, etc.), hasta ahora se mantenían unidas en la búsqueda de un objetivo común: derrotar a Gadafi. Ahora, una vez alcanzada la meta, no se puede saber cómo va a evolucionar la situación en un país donde un partido político nunca se ha visto derrotado en las urnas y donde nunca se ha formado un Gobierno en coalición. Tal y como dice Francisco Peregil en El País, los libios “tienen armas, han aprendido a usarlas y no querrán deshacerse de ellas fácilmente”.
Durante el conflicto, las divisiones internas en el CNT no han pasado desapercibidas y, ahora, una vez se declare la liberación oficial del país, este organismo deberá formar un Gobierno profesional en un plazo de 30 días. Un plazo, por otro lado, muy corto si se tiene en cuenta que hasta ahora ni siquiera ha sido posible pactar un Ejecutivo de transición. En varias ocasiones dio la impresión de que el presidente, Mustafá Abdel Yalil, iba a anunciar por fin quiénes serían los miembros de ese Gobierno e incluso circularon, durante algunas semanas, listas de ministrables. Finalmente nada de eso se llevó a cabo. Por otro lado, ciertos dirigentes islamistas reclaman a Al Yazira la dimisión del primer ministro interino, Mahmud Yibril, al que se le acusa de haber pasado demasiado tiempo en el exilio. Además, Yibril, que cuenta con el apoyo de los países de occidente, prometió que presentaría su dimisión en el momento en que Libia fuese liberada. Todo esto, genera un clima de duda e incertidumbre ante el futuro en el país, mientras que los ciudadanos de Misrata, Bengasi y Trípoli también pelean por atribuirse el mérito de ser quienes más han contribuido a la derrota del dictador beduino.
Por otro lado, la OTAN convocaba hoy a las 15 horas una reunión de embajadores para elaborar una nueva estrategia tras la muerte de Gadafi. “La desaparición de Gadafi pone de relieve que el régimen se ha acabado, lo que implica que no hay que prolongar la operación”, señalaba una fuente diplomática. De todas formas, no hay que olvidar que la decisión que tome el Consejo Atlántico estará supeditada a la recomendación de los responsables militares y al acuerdo con la ONU, con cuya bendición se inició la operación Protector Unificado.
Por otro lado, el secretario general de la organización, Anders Fogh Rasmussen, ha querido dejar claro que la intervención en Libia no estaba dirigida contra Gadafi, sino que su objetivo siempre ha sido proteger a la población civil, diciendo que “la conclusión de la operación no depende de Gadafi, que no es el objetivo de la campaña”, sino que “el objetivo es proteger a la población”. “Para decidir sobre el final de Protector Unificado valoraremos antes la seguridad de la población y la capacidad del Consejo Nacional de Transición para protegerla, como reclama la ONU. El momento de poner fin a la misión será cuando veamos que no existe amenaza a la población. Mientras tanto, seguiremos”, subrayó Rasmussen.