La idea, que ha sido desarrollada por Gavin McIntyre y Eben Bayer, fundadores de Ecovative. Los hongos están formados por un conjunto de fibras llamadas micelios, generalmente de color blanquecino y apariencia mohosa, crecen a velocidades de vértigo y, bajo las condiciones adecuadas de temperatura, oxígeno o luz, ‘florecen’ en forma de los diversos tipos de setas que conocemos y a veces degustamos en un plato.
Los micelios tienen además la particularidad de cohesionar cualquier material blando junto al que crezcan, es decir, son como un pegamento natural que crece rellenando los huecos de cualquier molde en el que se introduzcan.
De esta forma en Ecovative se mezclan micelios con virutas de madera para generar un material ligero, bastante resistente y con una capacidad aislante tan buena como la espuma de poliuretano, pero a diferencia de estos plásticos, este material está hecho de hongos y es completamente biodegradable.
Los hongos siguen creciendo mientras se den las condiciones correctas para ello, lo que Ecovative aprovecha para confeccionar objetos de diferentes densidades simplemente deteniendo el proceso antes, o dejándolo crecer para que el propio hongo se haga más denso en el interior del molde.
Ecovative ya ha abierto una planta en Iowa junto a Sealed Air Corporation (inventores nada menos que del plástico de burbujas) para producir piezas de embalaje. Los creadores de este material ecológico ya están experimentando con diferentes opciones para su uso en construcción y creen que podrían poner fin a casi un siglo haciendo materiales a base de derivados del petróleo.
Estas soluciones tan ecológicas no pueden ser más oportunas porque en un mundo en el que el petróleo se está agotando y, con él los plásticos de los que dependemos.