La pérdida de empleo ha contribuido que muchas mujeres españolas no tengan más remedio que empezar a ejercer la prostitución, un fenómeno que se ha agudizado en los últimos tiempos.
Un reciente informe de Médicos del Mundo ha constatado que alrededor de un 10% de las meretrices atendidas a día de hoy por esta ONG son españolas, por detrás de las de origen suramericano, de Europa del Este y subsahariano. Además, muchas de las prostitutas han tenido que disminuir el precio de los servicios y algunas son obligadas a practicar sexo sin preservativo ante la presión de los clientes.
Pese a esto, un dato favorable es que son muy pocas las españolas que han caído en las redes de explotación sexual o de la trata de seres humanos y la inmensa mayoría ejercen la profesión más antigua del mundo sin ser coaccionadas.