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La otra Segunda Guerra Mundial
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La otra Segunda Guerra Mundial

sábado 21 de febrero de 2015, 11:16h

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Una historia terrible, pero contada con un estilo que te hace reír y temblar en la misma página. Ese es el sello de identidad de Juan Eslava Galán que tras explicarnos La Primera Guerra Mundial vuelve, como no podía ser de otra manera, con La Segunda Guerra Mundial contada para escépticos.

La Segunda Gran Guerra, al contrario que la Primera, se veía venir: el abusivo Tratado de Versalles y las durísimas condiciones impuestas a Alemania fueron el anticipo. Y es que solo hicieron falta veinte años para volver a las andadas. Adolf Hitler tenía en sus manos un caldo de cultivo con sustancia que remataron la crisis económica del 29 y la agitación social y revolucionaria que ya se había materializado en Rusia.

Un hombre que, como explica Eslava, se llevó el gato al agua. Pese a ser un tipo desarraigado y un pintor mediocre, contaba con grandes dotes de orador, aunque llevara unas pocas lecturas mal digeridas. Ah, y un bigotillo ridículo. No obstante, su mejor papel fue el de encarnar las frustraciones de los alemanes, ya que Alemania superaba industrialmente a los otros países, pero carecía de un imperio colonial.

El importante problema histórico que el autor no rehúye es la complicidad del pueblo alemán con el mayor asesino en serie de la historia (con permiso de Stalin, que por ahí le anda). Hitler regalaba los oídos a los alemanes, así que estos “vendieron su alma y se convirtieron en cómplices de la barbarie”. Al convencimiento del pueblo alemán quizá contribuyó el beneficio que muchos obtuvieron quedándose a precio de saldo con las casas y propiedades de los judíos.

No obstante, las democracias europeas, Francia y Gran Bretaña, también tuvieron su papel. Unos jaleaban a Hitler, y otros miraban para otro lado. Afortunadamente, Hitler cometió muchos errores que le llevaron a perder la guerra, y los cometió desde el principio, desde los preparativos. Uno fue preferir una aviación, otro fue desoír a sus generales que le desaconsejaban empezar la guerra cuando Alemania todavía no estaba preparada militarmente y despreciar al ejército y al pueblo rusos. Incluso la entrada en la guerra de la otra potencia fascista, Italia, que supuso en muchos casos una carga para Hitler y le obligó a meterse en territorios ajenos a sus intereses.

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