Las finales no son de los que las juegan, sino de los que las ganan. Y en esas lides y en Europa, el Real Madrid es a priori el más grande. Ha tardado doce años en volver a levantar el título de sus desvelos, el que corona al mejor equipo del continente. Pero la espera ha finalizado. La tan ansiada Décima ya es realidad para el club blanco. Lisboa se convirtió en Glasgow. Zidane ya tiene sucesores. Tuvo que hacerse valedor de la 'orejona' en la prórroga, un tiempo al que llegó gracias a un tanto de cabeza de Sergio Ramos en el tiempo de descuento, que contrarrestaba el de Diego Godín tras un fallo impropio de Casillas.
El Atlético llegó a soñar con conquistar su primera Champions durante una hora, pero murió en la orilla. Exhausto. En la playa le esperaba en el anochecer de la final con las escopetas cargadas el regimiento blanco. Bale, Marcelo y Cristiano fueron los artilleros.
La gloria se vistió de blanco. La épica se puso del lado de Cibeles. Ahora el desconsuelo es terrible para los rojiblancos. Nadie se acuerda de los finalistas, pero de este Atlético sí. Fue demasiada dolorosa y casi injusta la derrota y mucho más el resultado. Pero el tiempo situará en su justa medida al grupo de Simeone.