No fue la primera, ni la más avanzada, pero si la que logró triunfar frente a una dura competencia. La consola, desarrollada por Gunpei Yokoi y Satoru Okada, logró imponerse sobre la reñida competencia de una época en la que la Game Gear de Sega, la Lynz de Atari y la TurboExpress de Nec pisaban muy fuerte con una tecnología superior... pero también mucho más cara.
Nintendo consiguió con la Game Boy diseñar un aparato competitivo, asequible, con poco gasto de energía —«solo» requería de 4 pilas AA frente a las seis de la competencia— y, sobre todo, divertido y portátil.
Aún hoy es la tercera consola más vendida de la historia. El éxito de la franquicia Super Mario, que cautivó a los más jóvenes, y el fenómeno Tetris, que hizo lo propio con los adultos, lograron catapultarla a lo más alto desde prácticamente el momento de su lanzamiento. Las primeras 300.000 unidades que se pusieron a la venta en Japón se agotaron en dos semanas, mientras que en Estados Unidos logró vender 40.000 solo en el primer día.
Al éxito del aparato inicial, que acabó convirtiéndose en uno de los mayores logros de Nintendo, le siguieron decenas de versiones, más pequeñas y ligeras, en color o con más definición. Todas ellas lograron convertirse en sucesivos éxitos de ventas, hasta el punto de que, aún hoy, sigue siendo la tercera consola más vendida de la historia, con más de 118 millones de unidades de su primera versión y de su sucesora en color, a lo que se añaden los otros 81,51 millones de las posteriores Game Boy Advance.
Hoy, por lo tanto, más de doscientos millones de personas de todo el mundo nos sentimos un poquito más viejos.