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Suárez une al país en su adiós

Suárez une al país en su adiós

Por Rafa Bernaldo de Quirós
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rafaelbernaldodequiroscom/6/6/23
jueves 16 de octubre de 2014, 13:07h

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La muerte del abulense que cambió nuestra historia ha logrado lo que pocos podrían hacer ante una de las peores crisis económicas, institucionales y políticas de nuestra existencia.

No suelo estar de acuerdo con Jordi Pujol, presidente catalán durante más de dos décadas, pero razón no le falta en su sonada reacción a la muerte de Adolfo Suárez: “Les puede sorprender, pero este es un día muy positivo. Es bueno para la sociedad, para el país y para su familia, ver que una persona en el momento de morir suscita tanta adhesión sincera. Es bueno para el conjunto del país tener en la memoria un referente”.

Un referente en la actualidad, pues en su día Pujol se alejaba mucho de las posiciones del abulense.

Un reconocimiento tardío

Mucho han tardado en llegar los mayores honores que podría otorgar el Gobierno, que ha esperado a ver al ya considerado como santo laico en una caja de madera.

Soy de los que piensan que los reconocimientos y premios han de darse en vida, y recordarse en la muerte. El primer presidente de la democracia se merece los vítores de las decenas de miles de personas que se han congregado en sus cortejos fúnebres. Sin embargo, me sabe a poco tanta parafernalia en el adiós, cuando en los momentos más bajos del Presidente nadie se acordó de él.

Un momento para la hipocresía

El “suarismo” ha llegado incluso a formaciones políticas que tan críticas fueron hace apenas tres décadas. A todos nuestros nada estimables políticos les sirve ahora la figura de Suárez, ya sea para reivindicar la Constitución, ensalzar a la Corona o revivir la Transición.

Tanto es así, que ningún partido ha objetado nada tras la orden ministerial de Fomento, que propone cambiar el nombre del aeropuerto de la capital, Barajas, por el de Adolfo Suárez. Algo es algo.

Una imagen para el recuerdo

Sólo dos días han pasado desde que el Congreso temiese las represalias de cientos de miles de ciudadanos indignados. Durante la jornada del pasado lunes la estampa era otra muy alejada de la primera. Sin vallas, sin policías antidisturbios, sin tensión. La puerta de los Leones aguardaba a más de 12.000 personas a las que no le importó esperar horas y horas para entrar al Salón de los Pasos Perdidos donde aguardaba Suárez en un aura de silencio y respeto.

Adolfo, el hijo del Presidente, saludaba efusivamente a varias autoridades políticas e institucionales, esas que un día fueron colegas de trabajo. Incluso Artur Mas, que no acudía a un acto en la capital desde hacía 14 meses, quiso asistir a la capilla como gesto de reconocimiento de las instituciones catalanas al difunto.

Aunque ahí no se quedó la cosa, pues Mas no pudo reprimirse y exigió a Rajoy ser tan valiente como su sucesor para afrontar la crisis territorial: “He venido a decir que el sentir mayoritario del pueblo catalán es de respeto y reconocimiento a la obra de Suárez. Él miró de cara, no dejó que los problemas fueran pasando, no los soslayó, no los rehuyó, por eso respetamos su figura. Suárez se atrevió, se arriesgó y se quemó o le quemaron. Hoy echamos a faltar los valores y el arrojo del presidente Suárez”.

Ni Miquel Roca, histórico dirigente de CiU, pasó por alto las palabras de Mas, reprendiéndole con un “este es un mal momento para instrumentalizar su figura (la de Suárez)”.

José Manuel García Margallo, en representación del Partido Popular, contestó a la ofensa de Mas lamentando haber utilizado la figura de Suárez aunque, sorprendentemente, minutos después inquirió en el mismo error y aseguró que el Presidente habría actuado de la misma forma que Rajoy.

Parece que, una vez más, un dirigente del Gobierno incurre en una contradicción lamentable, haciendo exactamente lo mismo de quien se está quejando.

Espero que la figura de Suárez no se vea empañada por trifulcas de colegio en el Congreso ni por convertir al difunto Presidente en imagen de alguna acción política, tal y como han revelado fuentes de la oposición de cara a las elecciones europeas.

A expensas de lo que pase, lo que sí queda claro es que pasarán muchos años hasta que una figura a la altura de Suárez irrumpa en nuestras vidas.

Descanse en paz, Presidente.

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