La tortura de la CIA, que languidece en medio de escándalos, errores y supuestos abusos de poder, ha sido también motivo de encontronazos entre el Congreso y la agencia.
Recientemente, la presidenta del Comité de Inteligencia del Senado, la demócrata Dianne Feinstein, denunció el espionaje que, a su juicio, la CIA habría hecho de los ordenadores de miembros del organismo. El objetivo era buscar información sobre los documentos que manejan los senadores sobre los métodos de interrogatorios.
La documentación hace referencia a un informe aprobado por el Comité en diciembre de 2012 tras tres años de investigación sobre las tácticas de tortura. Según la propia Feinstein, deja en el aire "interrogantes importantes" sobre las operaciones de inteligencia.
El documento, con más de 6.000 páginas fue entregado al Gobierno y, a pesar de la cantidad de violaciones de los derechos humanos que pueda contener, o precisamente por eso, la administración de Barack Obama lo está manteniendo clasificado y oculto a la opinión pública.
Y es que la Casa Blanca se ha cansado de defender en público su apoyo a las pesquisas parlamentarias cuando la realidad es bien distinta. Washington oculta a las indagaciones del Congreso desde hace años documentos secretos sobre las prácticas de detenciones e interrogatorios que implementó la CIA, según revela una investigación realizada por la agencia McClatchy DC.
El grupo editorial, que controla 30 periódicos repartidos en 15 Estados, asegura que, cuando los parlamentarios conocieron en 2009 la existencia de las pruebas del programa instaurado durante la presidencia de George Bush hijo, la Casa Blanca hizo todo lo que pudo para evitar la cooperación ignorando o rechazando las peticiones del Comité de Inteligencia del Senado para revisarlos. McClatchy habla de que el gabinete de Obama estaría ocultando hasta 9.400 documentos.
El Ejecutivo nunca argumentó razones legales para esconder los archivos ya que el presidente nunca solicitó los privilegios que dispone para bloquear las indagaciones. Según los investigadores de la agencia, lo que pretende la Casa Blanca es mantener alejados de los focos las evidencias sobre las "torturas brutales (incluso ahogamientos simulados) practicadas por la CIA en las cárceles secretas fuera de los EEUU".