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La Infanta se hizo la tonta

La Infanta se hizo la tonta

jueves 16 de octubre de 2014, 13:07h

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"Sólo respondió (con respuestas no evasivas) a 15 o 20 de las más de 400 cuestiones del juez Castro" afirmaba Manuel Delgado, que ostenta la representación del Frente Cívico Julio Anguita. 

La Infanta se hizo la tonta

Delgado confesaba incluso "sentir vergüenza ajena" por el contenido de la deposición de Cristina de Borbón y cree que la imputada "no ha colaborado con el esclarecimiento de la verdad" en su declaración.

La "teoría del amor" 

El abogado de la acusación popular ha añadido que "a ningún español se le aceptan las facturas falsas, y las leyes que le son de aplicación (a la infanta) son las mismas que a todos los españoles". Manuel Delgado ha reclamado que por su posición como propietaria al 50% de la sociedad Aizoon, Cristina de Borbón dispuso de la mitad del dinero que provenía del Instituto Nóos y cree necesario que se abran nuevas investigaciones periciales al respecto, puesto que estima que es "claro que aquí se ha producido fraude y blanqueo.

Asimismo, el abogado de la infanta Jesús Silva ha expresado hoy su confianza en que el juez del caso "acabe sobreseyendo las actuaciones" contra doña Cristina por presuntos delitos fiscales y de blanqueo de capitales. 

En una salida anterior Delgado había precisado que la infanta responde una y otra vez que, en el caso Nóos, siempre se limitaba a actuar "en función de la confianza que tenía en su marido", Iñaki Urdangarin. "Entiendo su derecho a no decir una verdad que la comprometa... ese derecho lo está ejerciendo plenamente", subrayó el abogado.

Tanto él como López han denunciado además que Cristina de Borbón está utilizando continuamente la "teoría del amor", para usar a su esposo Urdangarin como cortafuegos, informa EP. Delgado ha confirmado, además, que el grado de conocimiento del rey sobre lo sucedido ha estado "flotando en el ambiente" durante el interrogatorio.

Las 6 horas y media que la infanta Cristina ha estado declarando como imputada ante el juez Castro han servido para dos cosas. La primera, para ver a un miembro de la familia real española declarar en sede judicial, un hecho insólito y que ha otorgado tintes históricos a la jornada vivida en Palma. La segunda, para poner a prueba los fundamentos del estado de derecho.

Si es cierto que el desconocimiento de la ley no es un eximente para su cumplimiento, y que su aplicación a la luz de los hechos y sus consecuencias iguala a todos los ciudadanos, entonces se puede colegir que la infanta ha salido de los juzgados de Vía Alemania en Palma de Mallorca peor de lo que ha entrado.

Y no por haber pisado la manida rampa, que ha atravesado en la butaca trasera de un coche oficial. Sino por el reguero de interrogantes que no han sido despejados por su declaración; sobre todo porque se ha dedicado a contestar a la mayoría de preguntas que le ha efectuado el juez José Castro con evasivas:  "no me consta, no me acuerdo, no lo sé".

 Y más que eso, porque en definitiva las respuestas que han conseguido franquear la marca del monosílabo por contestación han apuntalado las dos teorías básicas que su defensa había dejado entrever en las declaraciones públicas de sus abogados: el desconocimiento del alcance de sus actos, y que todo lo que hizo fue por confiar ciegamente en su marido Iñaki Urdangarin, al que en cierta manera ha acabado usando como cortafuegos ante el Juez.

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