La rata africana crestada, así se llama este curioso animal, es el primer mamífero conocido que utiliza la toxina de una planta como arma para defenderse contra posibles depredadores.
Según explican los investigadores de la Sociedad para la Conservación de la Vida Salvaje que han publicado el artículo en la revista Proceedings of the Royal Society B, la rata muerde y mastica la corteza del laurel tóxico para luego aplicar el jugo extraído mezclado con saliva en su costado.
Este peculiar comportamiento del roedor africano Lophiomys imhausi, no explica de por sí porque los depredadores no se quieren ni acercar a una presa indefensa como esta. Resulta que es el diseño del pelo y su habilidad para mantener y suministrar el veneno, lo que marca la diferencia y de esta forma, si uno de sus depredadores intenta comerse una rata africana, puede encontrarse con la muerte.
Un abrigo venenoso
La ouabaina que utiliza el roedor es una toxina encontrada en la corteza de los arboles del genero Acokanthera, genero con el que muchos cazadores africanos elaboran flechas envenenadas y que es utilizada también como tratamiento clínico contra los insuficiencia cardiaca.
El equipo de investigación observó el comportamiento de las ratas tanto en estado salvaje como en cautividad cuando les suministraban la corteza del árbol y encontró que el animal masticaba la corteza y se aplicaba la salvia en los pelos de su costado.
Mientras que muchos animales han desarrollado características para evitar los mordiscos del depredador, la rata africana crestada ha desarrollado contramedidas en caso de que sea inevitable el mordisco: con un un esqueleto armado, una piel densa y espesa y su falta de miedo.
Todo ello señala la dependencia de una forma de disuasión de acción rápida y que implica un coste mayor para el predador que para la presa.
Además, tal y como señala Jonathan Kingdom, uno de los investigadores y autor principal del artículo, “resulta de especial interés el que esta toxina sea un componente funcional en otros animales normales, incluyendo al humano” y añade que “los humanos regulamos las funciones corporales y en particular los latidos del corazón usando cantidades de sustancias químicas parecidas a la ouabaina, lo que sugiere que una investigación en la resistencia del roedor a la sustancia podría ser utilizada para aplicaciones farmacológicas en humanos”.
La clave: una mecha mortal
El equipo examinó la estructura de los pelos laterales del animal y encontró que la parte central de los pelos tienen un fino pero fuerte cilindro exterior perforado y, encerrado en el eje, habría hebras fibrosas que actuarían como una “mecha” sacando líquido de la estructura.
“Sus pelos han evolucionado para convertirse posiblemente en una de las estructuras pilosas más complejas entre los mamíferos” comenta Jonathan Kingdom añadiendo que “su principal función es absorber y mantener la toxina letal”.
Aunque este método de defensa basado en abrigos venenosos no sea poco común en el reino animal, sí que lo es en los mamíferos. Por ejemplo: el erizo, Erinaceus europeus, se cubre sus espinas con saliva que contiene toxinas de sapo, pero este método resulta más irritante que letal, por lo que el fenómeno de esta rata resulta no tener precedentes.
Los depredadores dirigen la evolución de sus presas
Este estudio hace necesario el formularse preguntas sobre las relaciones que establecen los distintos animales con las plantas y al mismo tiempo demuestra el poder de la selección por depredación en los mecanismos de defensa de las especies presas.
“Esto demuestra una adaptación simbiótica, donde la rata ha evolucionado desde el punto de vista tanto físico como comportamental para extraer el veneno de una planta y almacenarlo en sus pelos porosos” dice Andrew Collins, uno de los investigadores de la Universidad de Bristol, Gran Bretaña, y añade que “esto demuestra que las algunas veces poco convencionales soluciones de la Naturaleza pueden ser la solución para problemas únicos”.
En este caso, “la proveyó de un mecanismo de defensa muy fuerte contra depredadores de mayor tamaño que siendo más fuertes o rápido pueden no ser capaces de superar. Estos descubrimientos muestran la tenacidad de las especies de ratas para sobrevivir usando el entorno que les rodea” dice Collins.
¿Qué nuevas sorpresas nos aguardan? ¿Qué otras maravillas nos quedan por descubrir? Sabiendo que aún en la tierra hay zonas sin explorar y que en parte de esas zonas es donde mayor diversidad biológica se ha encontrado, nos queda mucho para poder decir que conocemos todos los seres vivos de la Tierra. Algunos aguardaremos con impaciencia los nuevos descubrimientos, eso sí, siempre y cuando se respete lo suficiente la Tierra como para que seres vivos desconocidos con miles de años de antigüedad no se queden sin conocer por nuestro afán de explotar los recursos de la Tierra.