Después de quince años, Olvido ha aceptado que sus problemas no están relacionados con la relación que mantiene con su hermano gemelo, León, que tiene el síndrome de Down.
Manolo y Candela se instalan en el madrileño barrio de Malasaña, junto a sus tres hijos y el abuelo Fermín. Atrás dejan el pueblo en busca de la prosperidad que parece ofrecerles la capital de un país que se encuentra en plena transición.