Estos días han surgido numerosos titulares en la prensa, tanto nacional como internacional, descalificando a la diva del soul tras conocerse las causas de su muerte.
Cierto es, que según ha dictaminado el forense, la sangre de Winehouse quintuplicaba la tasa de alcoholemia permitida para conducir en Gran Bretaña, y que por fin la cantante, aunque sea muerta, se ha logrado quitar el sambenito de drogadicta; pero ello no es motivo para asestar otro duro golpe a la imagen póstuma de la fallecida, expuesta ya en vida a un errático camino desde su ascenso a la fama.
En octubre de 2007, Winehouse y su marido, Fielder-Civil, fueron arrestados por posesión de drogas en Noruega, y tan sólo 3 meses después, Scotland Yard procede a investigar un video de Winehouse fumando crack, divulgado por el diario The Sun. La fatídica historia continúa con la entrada de la diva en rehabilitación, su posterior hospitalización, y casi tres años de silenciadas polémicas.
Todo parecía volver a su cauce; la tímida chica que con apenas 20 años irradiaba soul gracias a su debut, Frank, regresaba con más fuerza que nunca y con un tercer trabajo que, según sus más allegados, e incluso ella misma, superaría todas las expectativas.
La meteórica carrera de la artista se volvió a tambalear en junio de este mismo año en Serbia, donde una Winehouse en estado de embriaguez es abucheada, no sólo frente a los asistentes a su recital, sino frente a millones de usuarios y televidentes que pudieron tener acceso a las nefastas imágenes, gracias a Internet e incluso a decenas de informativos a lo largo y ancho de todo el mundo.
Tras la cancelación de su gira veraniega a finales de junio, la única noticia que se esperaba de Winehouse era el retraso del lanzamiento de su tercer álbum; pero el 23 de julio, el mundo quedaba conmocionado al conocer que la cantante había sido hallada muerta en su domicilio de Cadmen, al norte de Londres.
Tras varios meses, conocemos oficialmente la causa de su fallecimiento, archivado como accidental: la cantante Amy Winehouse tenía en las venas 416 miligramos de alcohol por cada 100 mililitros de sangre.
3 botellas de vodka fueron encontradas junto al joven cadáver, a pesar de que la artista llevaba tres semanas sin beber, en un intento por reconducir su vida.
Un cóctel mortal
El periodo de abstinencia al que se enfrentó Winehouse, roto por una ingesta de alcohol excesiva, fue la causa de su muerte: "Había consumido suficiente alcohol, con 416 miligramos por decilitro de sangre, como para que la inesperada consecuencia de esos niveles potencialmente fatales fuera su súbita e inesperada muerte", declaró la juez forense de Saint Pancras y Camden, Suzanne Greenway.
Un padre coraje
Mitch, padre de Winehouse, es un comedido taxista que ha luchado de forma desmesurada para que su hija le ganase, no sólo la batalla, sino la guerra a sus adicciones.
Desde su muerte, ha defendido que su hija había conseguido superar sus problemas con las drogas, a pesar de ser quien en incontables ocasiones la recogía con su taxi, en condiciones lamentables, durante la madrugada londinense.
La leyenda
Sin embargo, no es justo que recordemos a Amy por su caótica vida, sino por la leyenda en la que se ha convertido, y no sólo por haber entrado en la élite musical que conforman los llamados malditos del Club de los 27.
Desde su fallecimiento, su álbum Black to Black ha logrado convertirse en el más vendido de Reino Unido en lo que llevamos de siglo, ha sido la primera mujer en ganar la mayor cantidad de reconocimientos en una sola noche y la primera artista británica en obtener cinco premios Grammys.
Millones de copias vendidas, numerosas colaboraciones, conciertos de calidad… Sé que los medios estamos para informar, y que no es oro todo lo que reluce, pero Winehouse ya no tiene posibilidad de defenderse de nuestras acusaciones, por lo que, Rest in peace, Amy.