La actual situación de incertidumbre económica y laboral está haciendo que la sociedad acepte mejor el fin de las vacaciones porque, en la España de los seis millones de parados, a muchos les resulta ridículo el hablar de depresión postvacacional.
El presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés, Antonio Cano, lo tiene claro: "Nunca ha tenido sentido publicar decenas de artículos de prensa sobre estrés o depresión postvacacional, cada año, al finalizar agosto; pero lo tiene aún menos en las circunstancias actuales de crisis económica".
Y aunque reconoce que es verdad que tras las vacaciones "nos cuesta readaptarnos a las exigencias de la actividad laboral”, “la depresión es una cosa mucho más seria y tiene una definición precisa". "Ni los psicólogos ni los psiquiatras tenemos pacientes aquejados de depresión postvacacional", comenta, para agregar que se trata de un tema "más mediático que clínico".
"Nos cuesta volver a adaptarnos a los horarios, a las rutinas laborales, a la actividad laboral. Somos un país católico que se ha tomado muy en serio lo del trabajo como maldición divina. ¿Pero qué sucede si no tenemos trabajo? ¡Ah! Ésa es una maldición mucho peor...", ironiza el experto.
Los especialistas recalcan que el estrés laboral es un problema que hay que tomar en serio, pues acarrea problemas graves de salud, pero también saben que "la probabilidad de sufrir una depresión es 2,2 veces más alta en parados que en personas que tienen un empleo", añade matizando el presidente de esta Sociedad.
El análisis de las cifras de estrés laboral antes y después de la crisis arroja dos resultados: por un lado aumenta el estrés laboral y, por otro, sube la satisfacción con el empleo. ¿Es contradictorio? En época de apretarse el cinturón, parece que no. Hoy en día para el empleado es peor el infierno del paro y no poder pagar la hipoteca que la maldición divina de la vuelta al trabajo.
Un estudio ('The mental health risks of economic crisis in Spain'), realizado con casi 14.000 pacientes de toda España, ha revelado un aumento del 19,4 % de depresión grave en las consultas de Atención Primaria, al comparar una España con cinco millones de parados con la de 2006, en la que había 2 millones.
El riesgo de trastorno depresivo mayor fue 1,72 veces superior en caso de desempleo, 2,12 cuando había problemas de pago de hipoteca y 2,95 en caso de desahucio.