INTERNACIONAL

Tras la vuelta a casa de Shalit, Hamás amenaza con más capturas

Jueves 16 de octubre de 2014

Guilad Shalit ya está en casa. Tras cinco años de cautiverio en Palestina, el joven soldado israelí pudo volver a su hogar mediante un acuerdo, como poco, desigual. Su libertad ha costado a Israel la excarcelación de 1.027 presos palestinos, una cifra muy alta que además ha dado pistas a Hamás sobre qué hacer en un futuro para devolver a sus presos a Palestina. De este modo, ya en la fiesta de bienvenida de los primeros 477 presos, se oían voces entre la multitud que reclamaban a “otro Shalit”, voces que demostraban, por otro lado, que son ahora los palestinos quienes tienen la sartén por el mango.



El intercambio comenzaba ayer poco después del alba. Sobre las seis de la mañana, el todoterreno que transportaba a Shalit llegaba al paso fronterizo de Rafah, que separa Gaza de Egipto. Allí, tuvo lugar la entrega del joven soldado a una delegación egipcia, mientras que en Israel, los presos procedentes de distintos centros penitenciarios comenzaban su viaje hacia Gaza y Cisjordania en varios autobuses, después de que la Cruz Roja verificase previamente la identidad de cada uno de los pasajeros.

 

Guilad pronunció sus primeras palabras ya en presencia de agentes israelíes, cuando la delegación egipcia permitió a la televisión Nile TV que entrevistara al joven recién liberado. Fatigado y desorientado pero contento, Shalit declaró que había recibido un buen trato durante los años de cautiverio y que confiaba en que el acuerdo por el cual había sido liberado fuese también un paso hacia la paz. Por otro lado, manifestó su deseo de que la totalidad de los presos palestinos fuesen liberados en caso de que Palestina se comprometiese a dejar a un lado los ataques, en una entrevista considerada por muchos como un abuso fuera de lugar teniendo en cuenta el cansancio y el estrés al que se había sometido al joven soldado.

Delgado y pálido pero sin graves problemas de salud a excepción del déficit vitamínico derivado de la privación de luz solar durante los años de cautiverio, el soldado fue entregado formalmente al Ejército Israelí en el paso fronterizo de Karem Shalom. Tras confirmarse mediante un examen médico que el joven se encontraba en condiciones de volar, se le trasladó en helicóptero a la base militar de Tel Hof, próxima a Tel Aviv, donde fue recibido por el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, quien le dio la bienvenida a su hogar.

El viaje se produjo sin incidentes de gravedad y la tranquilidad solo se vio perturbada por un breve desmayo del soldado, probablemente debido a la falta de vitaminas y a algunas heridas que sufrió durante su captura. A pesar de ello, a Shalit le han dado el alta y su estado de salud es bueno, según la Cruz Roja.

Tras su breve entrevista con Netanyahu, se produjo el esperado reencuentro entre padre e hijo y más tarde la reunión del joven con el resto de sus familiares en un entorno privado. “Os lo he devuelto” fueron las palabras que dedicó el líder a la familia del joven, ya convertido en un símbolo para los israelíes.

En una entrevista posterior, Netanyahu intentó consolar a las familias de las víctimas mediante la promesa de “seguir luchando contra el terrorismo”, prometiendo “sangre” si alguno de los presos liberados retomaba sus actividades terroristas. “Hoy estamos todos unidos en la alegría y en el dolor”, sentenciaba.

En Gaza, Hamás prometía mientras tanto, seguir capturando soldados israelíes hasta liberar a los 6.000 presos palestinos que cumplen condena en las cárceles de Israel. En el parque de las Brigadas se congregaban decenas de miles de personas, se calcula que unas 200.000, que habrían sido despertadas por cánticos religiosos, procedentes de los minaretes, acerca de la grandiosidad de Dios, con algunas referencias a la fiesta de bienvenida de los presos. Los autocares que transportaban a los reos a Gaza, unos 350, llegaron al parque escoltados por cientos de milicianos, donde les recibió el primer ministro de Gaza y dirigente de Hamás, Ismail Haniya, que saludó uno por uno a los excarcelados con gran efusividad. “Hoy no hay presos de Hamás y presos de Fatah, hoy somos palestinos sin diferencias”, afirmaba con regocijo.

Durante los festejos, a la promesa de seguir capturando soldados israelíes se le unieron otras voces, procedentes tanto de presos como de civiles y de dirigentes de Hamás, que anunciaban una continuación de la lucha armada hasta la destrucción total del Estado de Israel, promesas que se mezclaban con las risas y las expresiones de alegría en un día en el que se veía más lejos que nunca el ansiado tratado de paz que traería la concordia entre dos pueblos enemistados desde hace ya más de seis décadas.


Noticias relacionadas