Ya tenía que estar mal la joven para meterse un paraguas y no sentir dolor, y justo así, iba la protagonista de esta subrealista historia
Los hechos ocurrieron en Londres. La joven, Jessica Yates, de 22 años, salió de marcha con sus amigas. Supongo que el plan era meterse cuantas más cosas mejor... El caso es que la noche terminó..., se desconoce qué y por dónde se estuvo metiendo Jessica durante la noche pero desde luego copas se tomó unas cuantas...
Cuando Jessica por fin llegó al hotel se tiró sobre la cama y se quedó durmiendo la mona..., pero la mona seguía haciendo su efecto aún durmiendo, y la chica acabó cayéndose de la cama y, también es mala suerte, incrustándose en la nariz el paraguas con el que se había refugiado de la lluvia y que tiró cerca de la cama al entrar a la habitación.
Llegados a este punto, uno solo puede pensar: "Qué dolor"...¡pero no! La Jessi llevaba tal encima que se quedó traspuesta con el paraguas colgando de la nariz.
Fue su amiga la que se despertó y no daba crédito a lo que estaba viendo. Claro que más flipó la chica en cuestión cuando su amiga le despertó: "Estaba un poco borracha y no me di cuenta de lo que había sucedido al principio. Pero, mientras me levantaba del suelo, el paraguas se vino conmigo, pegado a mi cara. Ahí llevé mis dedos a la nariz y pude sentir el metal que sobresalía". "Por suerte había bebido tanto que no me dolió al principio, pero realmente no podía sentir mi cara. Fue un accidente realmente extravagante".
¡Llevaba 15 centímetros de paraguas metidos! En una primera visita al médico le cortaron la parte sobrante para poder estar más cómoda y, posteriormente, poder sacar el aparato más facilmente. "Tuve suerte, de alguna manera. Si se hubiera ido un centímetro más alto tendrían que haberme sometido a una operación reconstructiva facial".
"Estaban tan sorprendidos en el hospital que me preguntaron si podían grabar y luego me dieron el resto del paraguas como recuerdo". No es para menos, sin duda una bonita historia para contar a los nietos... "y este es el paraguas que me clavé en la nariz una noche a mis 22 primaveras... iba tan borracha que me tiré a la cama, me caí al suelo y me incrusté 15 centímetros... eso sí, seguí durmiendo tranquilamente hasta que me lo retiraron al día siguiente. Es por eso que desde entonces, cada vez que tomo aire por la nariz, envaso al vacío el edificio".