El plan de Trump para Gaza incluye la creación de una "Junta para la paz", presidida por el propio Trump y con Tony Blair como figura clave. Este órgano gobernará Gaza durante la transición, a pesar del historial polémico de Blair en Oriente Medio. La iniciativa surge tras dos treguas fallidas entre Israel y Hamás, lo que genera escepticismo sobre su viabilidad. El enfoque busca establecer un comité palestino tecnocrático que gestione los servicios públicos en Gaza, pero la participación de Blair despierta críticas debido a su pasado y falta de éxito en negociaciones anteriores en la región.
El plan del presidente de Estados Unidos, Donald Trump para resolver el conflicto entre Israel y Gaza surge tras dos treguas fallidas, ambas acordadas entre Israel y Hamás. La primera de ellas fue efímera, mientras que la segunda se vio frustrada por una serie de ataques lanzados por Benjamin Netanyahu, que resultaron en la muerte de varios líderes de Hamás.
La falta de éxito en estos acuerdos plantea serias dudas sobre la viabilidad del nuevo plan. Además, existe una tercera razón para el escepticismo: la inclusión de una figura tan controvertida como Tony Blair, cuya reputación en Oriente Medio dista mucho de ser favorable.
En el esquema propuesto por Trump, Tony Blair desempeñaría un papel fundamental en el futuro de Gaza. Se prevé la creación de una "Junta para la paz", que gobernará la región durante su transición. Este organismo estaría compuesto por un comité palestino tecnocrático y apolítico, encargado de gestionar los servicios públicos y las municipalidades en Gaza. A la cabeza de esta junta estará Trump, con Blair actuando bajo las órdenes de la administración estadounidense.
Es importante recordar que en 2023, Blair enfrentó críticas severas por seguir las directrices estadounidenses e involucrar al Reino Unido en la invasión de Irak. En ese momento, argumentaba que “la amenaza que representa Saddam Hussein y las armas de destrucción masiva (químicas, biológicas y potencialmente nucleares) es real.
Blair se convirtió en una figura emblemática junto a George W. Bush y José María Aznar, recordada por su participación en lo que se conoce como la vergüenza en las Azores. Solo cuatro días después del anuncio del envío de tropas británicas a Irak, Blair afirmaba: "El único poder de persuasión al que responderán son los 250.000 soldados aliados a sus puertas."
A raíz de la controversia sobre las armas de destrucción masiva, su carrera política sufrió un golpe significativo. El punto culminante llegó cuando no exigió un alto el fuego a Israel durante los ataques a Líbano en 2006, lo que llevó a su propio partido a distanciarse de él.
Posteriormente dejó el Gobierno para convertirse en el enviado especial para Oriente Medio del "cuarteto". Con grandes expectativas depositadas en él para finalizar el conflicto entre Israel y Palestina, incluso llegó a declarar en julio de 2007: "Creo que hay una sensación de posibilidad."
No obstante, abandonó esa posición en 2015 sin haber logrado avances significativos. En sus últimas declaraciones sobre el conflicto afirmó: "Todos hemos intentado pedir moderación y desescalada, pero creo que la realidad ahora mismo es que la situación se está intensificando." Su falta de neutralidad y su inclinación hacia los intereses israelíes le valieron numerosas críticas y finalmente regresó a casa sin cumplir sus objetivos.
El plan de Trump busca crear una "Junta para la paz" que gobernará Gaza durante la transición, con Trump como presidente y Tony Blair como su segundo al mando.
Tony Blair será un representante clave en la Junta para la paz, actuando bajo las órdenes de una administración estadounidense y encargado de la gestión diaria de los servicios públicos en Gaza.
Se cuestiona debido a dos treguas anteriores entre Israel y Hamás que resultaron fallidas, así como por la controvertida reputación de Tony Blair en Oriente Medio.
Blair ha sido criticado por su papel en la invasión de Irak y por no haber pedido un alto el fuego a Israel durante el conflicto en Líbano en 2006, lo que socavó su carrera política.
Al ser nombrado enviado para Oriente Medio, se esperaba que pudiera ayudar a poner fin al conflicto entre Israel y Palestina, pero finalmente no logró avances significativos y fue criticado por no mantener una postura neutral.