Ecologistas en Acción alerta sobre la vulnerabilidad del modelo agroindustrial español tras la imposición de un arancel del 20% por parte de EE.UU. a las importaciones de la UE. La organización denuncia que este sistema depende excesivamente del libre mercado y la producción intensiva, lo que compromete la soberanía alimentaria y el medio ambiente. Proponen una transición hacia la agroecología y la relocalización de la producción agrícola para asegurar un sistema más justo y sostenible. La respuesta a esta crisis no debe ser una guerra comercial, sino un enfoque en la sostenibilidad y el apoyo a pequeños agricultores.
La reciente imposición de un arancel del 20% por parte del Gobierno de Estados Unidos a las importaciones provenientes de la Unión Europea ha generado preocupación en el sector agroalimentario español. La organización Ecologistas en Acción ha emitido un comunicado donde destaca la dependencia y vulnerabilidad del modelo agroindustrial español dentro del actual contexto de libre mercado.
En su declaración, Ecologistas en Acción denuncia cómo la producción intensiva ha priorizado el abastecimiento a mercados internacionales, sacrificando tanto la soberanía económica como la salud del medio ambiente. En lugar de provocar una guerra comercial, la respuesta debería centrarse en fortalecer la soberanía alimentaria y fomentar prácticas agroecológicas.
El arancel afectará especialmente a productos agrícolas clave, lo que podría tener consecuencias más severas para los pequeños productores. Esta situación pone de manifiesto la fragilidad del sistema agroalimentario español, que se ha orientado hacia un modelo intensivo y dependiente del libre comercio.
Las regiones españolas se han convertido en plataformas de producción intensiva, donde se sacrifica frecuentemente el bienestar ambiental y laboral en favor de la producción destinada a la exportación. Ejemplos claros son el auge de las macrogranjas y el aumento de regadíos intensivos, mientras se ignora un déficit crítico de cultivos esenciales para la seguridad alimentaria, como las legumbres.
La dependencia no solo se refleja en los mercados externos, sino también en la necesidad de insumos industriales como fertilizantes y pesticidas importados. Este modelo intensivo está generando serios impactos ambientales, incluyendo la contaminación por nitratos en el agua. Además, los recientes incrementos en los precios de los fertilizantes han afectado tanto los costos de producción como los precios finales al consumidor.
Ecologistas en Acción sostiene que el debate actual no debería enfocarse en recuperar un marco internacional de libre comercio ni iniciar una guerra comercial. En cambio, es crucial profundizar en las diversas dimensiones de vulnerabilidad que conlleva el modelo agroalimentario vigente.
Es imperativo avanzar hacia una transición agroecológica que reduzca gradualmente la dependencia de insumos químicos y promueva una relocalización productiva basada en la soberanía alimentaria. Esto implica diversificar el abastecimiento local y garantizar precios justos tanto para productores como para consumidores, así como derechos laborales adecuados para los trabajadores agrícolas.
La partida económica anunciada por el Gobierno español para mitigar los efectos de los aranceles estadounidenses debería destinarse parcialmente a estos objetivos, ofreciendo ayudas directas a pequeños agricultores y apoyando proyectos resilientes de cultivo local.
Frente a las fluctuaciones del mercado global, Ecologistas en Acción concluye que es momento de construir un sistema agroalimentario justo, local y agroecológico. “Es hora de actuar”, enfatizan desde la organización.
El Gobierno de EE.UU. ha aplicado un arancel del 20% a las importaciones procedentes de la Unión Europea.
Ecologistas en Acción señala la dependencia y vulnerabilidad del sistema agroalimentario español, que se ve afectado por el libre mercado y la producción intensiva orientada a abastecer mercados internacionales.
La organización sugiere una apuesta por la soberanía alimentaria y la agroecología, en lugar de iniciar una guerra comercial.
La producción intensiva sacrifica la soberanía económica y alimentaria, así como la salud del medio ambiente, poniendo en riesgo a los pequeños productores frente a grandes actores económicos.
Proponen reforzar una transición agroecológica, relocalizar la producción agrícola y asegurar precios justos para productores y consumidores, además de derechos laborales para trabajadores agrícolas.