Arturo Mas ha sido muy astuto. Ha logrado que el Estado, el Gobierno, le ayude a pagar las nóminas, a pagar los intereses de su deuda, sin que se hable de la verdad. Del rescate de Cataluña que no puede hacer frente a sus obligaciones económicas.
Durante varios días, semanas, se hablará de que Rajoy no ha accedido al pacto fiscal, que era el comienzo de las reivindicaciones secesionistas. Ha conseguido que le den otros cinco mil millones sin condiciones. Y ya van once mil millones, oiga. Ya lo advirtió.
Porque la Generalidad presidida por Arturo Mas tiene a médicos, enfermeros, profesores, bomberos, lanzándole los recortes que siempre sufren los mismos, mientras Cataluña mantiene sus millonarias sedes o embajadas y se gasta un pastón en televisiones botafumeiro, en subvencionar a la totalidad de la prensa de la región para que sean altavoces de las reivindicaciones secesionistas... En mil gastos de representación, enchufados, que son el verdadero desagüe de los impuestos que pagamos todos los ciudadanos y que la casta política se gasta para su disfrute.
Si el estado de bienestar está en peligro en esa región española sólo es culpa de sus dirigentes políticos que prefieren gastar en bilingüismo y en coches oficiales que en bajar la cesta de la compra.
De todas formas, tenemos lo que nos merecemos. Los ciudadanos catalanes han votado a ese Mas secesionista y ambiguo. Como no sabe embridar la economía no se le ocurre otra cosa que fomentar el independentismo como cortina de humo de su desacertada actuación. Pues ahora toca aguantarse, porque para eso le han votado.