OPINIÓN

¿Primavera árabe? Más bien invierno negro

Andrea Diaz | Jueves 16 de octubre de 2014

Lo que parecía una lucha por los derechos de los países árabes y la libertad humana se está convirtiendo en una implantación del islamismo ante la que Europa y el mundo no reaccionan.



Desde que en enero de 2011 en Túnez estallará lo que en el mundo conocemos como “Primavera Árabe” o “revolución democrática árabe”, las protestas y manifestaciones por un cambio político y el derrocamiento de los dictadores en los países del Medio Oriente se han repetido constantemente. El objetivo de estas protestas no era otro que conseguir la libertad, un cambio tanto en la política, como en la sociedad. Pero ahora parece que todas las flores que habían nacido en esta nueva primavera se están marchitando y dejando ver el desierto sobre en el que se construyen los pilares de esta revolución. Solo es necesario echar un pequeño vistazo por países como Egipto o Libia. Incluso si estos se encuentran lejos de nuestras perspectivas, se podrían pasear por las calles de Melilla y comprobar cuántos velos hay ahora en las cabezas de las mujeres y cuántos había hace una década. Y eso no es libertad. Otro ejemplo sería Turquía. Este país se ha considerado desde tiempos de Ataturk un Estado laico y así lo dicta su constitución. Sin embargo, la mayoría de las mujeres siguen cubriéndose, no solo el pelo, sino el cuerpo entero (manos incluidas) y miran con disgusto a todas aquellas que, a pesar de que en la calle haga una temperatura de 30 grados, decidan llevar una camiseta que no cubra los hombros o una falda que se alce por encima de las rodillas: más que una sociedad laica, se parece a una sociedad muy extremista y muy religiosa.

El problema es que estas reivindicaciones de libertad e igualdad están tornando a luchas callejeras que ya no piden estos dos principios, sino que se basan en ir contra la sociedad no-islámica. ¿No lo creen así? Pues no dice lo mismo la imagen difundida por todo Internet en la que se aprecia a un niño de muy poca edad sujetando una pancarta en la que se puede leer: “Decapitad a todos los que vayan contra el profeta”. A ese niño nadie le quitó la pancarta. Ese niño no pedía libertad o luchaba por sus derechos. Ese niño atentaba contra una sociedad desigual a la suya. La revolución árabe está girando hacia una lucha continua, un bucle de violencia que hace que las personas se comporten como animales. Ya no luchan por nada, ya luchan contra el resto de la sociedad. Un país como Libia, si realmente buscara esa libertad de la que tanto habla, no mataría al embajador estadounidense. ¿Lo ha hecho porque los americanos han creado una película que insulta a su profeta? Sí. Los estadounidenses no han estado acertados, pero matando a uno de los altos cargos políticos no se consigue nada.

Entonces, si el Medio Oriente ha dejado de buscar derechos y ha empezado a implantar su ideología extremista, ¿por qué seguimos calificando todo este movimiento de positivo? ¿Dónde está el avance, la libertad y los derechos? Aquí ya no queda nada de esto. La revolución árabe se ha convertido ya en un problema religioso que en pocos años todos sufriremos. Y Europa o el resto del mundo no se dan cuenta de nada e, incluso, sigue aplaudiendo a sus ciudadanos por salir a la calle a luchar por sus derechos. ¿Sus derechos? Yo no veo esa lucha, o al menos no la lucha por sus derechos. Ya nada es tan bonito como se pintaba un año atrás. Si esto sigue así, si los niños siguen sacando a la calle pancartas pidiendo la decapitación de los otros, si los partidos islamistas (que ellos dicen ser moderados) siguen siendo los electos, si las mujeres siguen tapándose hasta los ojos y mirando con repugnancia a aquellas mujeres que no visten como ellas creen que es correcto y si, en definitiva, se deja de buscar la democracia y se busca el islamismo puro, entonces lo que ocurrirá es que esto que todos denominamos “primavera” se convertirá en un invierno. Un invierno frío y helador que nos acabará afectando a todos.


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