ECONOMÍA

En el mundo de las ‘pompas’ tecnológicas

Alejandro Noguerol

Jueves 16 de octubre de 2014

Resulta curioso cómo de críos nuestra diversión se entrega a los brazos de una “pompa” de jabón. Y con el tiempo los hay que no abandonan esos juegos, empeñándose en crear nuevas “pompas”, solo que esta vez con más apariencia de “burbuja”.



Y es que, aunque la diferencia a simple vista pueda no notarse, tomadas ambas en el marco de la economía convierte el eufemismo en un telón que esconde una realidad mucho más sensible.

Las burbujas, tan aparentemente frágiles e inofensivas, están muy mal vistas en los mercados. Se trata de sectores económicos que han basado su crecimiento en una especulación que aleja el precio del producto con el paso del tiempo cada vez más de su valor real. Consiste en poner un valor futurible a esos productos, es decir, confiando en que el sistema de precios seguirá en alza y alguien llegará más tarde a la burbuja y pagará más. Como aquel que trata de introducir un peso dentro de una burbuja, corre el riesgo de que estalle y, con ello, todo se venga abajo. Construir un futuro en la ingravidez capitalista es supeditarlo a un optimismo económico sin final; en unos tiempos además en los que, desde luego, se ansía que llegue ya el fin.

Pero como si de un sónar se tratase, cambiadas las “burbujas” por las “pompas”, puede suceder que no nos demos cuenta de la auténtica vulnerabilidad de las primeras por el simple hecho de que, todavía, parezcan más inofensivas. Y, volviendo a ser críos, entreguemos nuestro divertimento a los brazos de una “pompa” que sostiene nuestro futuro. Agotada la arcilla, surge ahora un nuevo mercado – mucho más inmaterial – que atrae a inversores ávidos de recoger ganancias en este río revuelto. El debate está servido entre quienes auguran, por un lado, que se repetirá la debacle de las ‘puntocom’ y, por otro, quienes creen que las cifras de negocio respaldan los múltiplos que fijan los inversores. Y la “pompa”, para muchos, empieza a ser ya “burbuja”: solo que esta vez, a modo de troupe esteta, en versión 2.0.

La OPA (Oferta Pública de Adquisición) de Google a Motorola por 8.770 millones de euros excede para muchos el valor real de la telefónica y la resaca, de sobra conocida, siempre viene acompañada: por un lado, de la revalorización de los valores tecnológicos en bolsa y, por otro, de una partida que se ha inaugurado y obliga a los otros gigantes del sector a mover figura. Un movimiento que puede ser peligroso si genera situaciones como que, a fecha de hoy, los inversores que en este momento quieran formar parte del gigante Facebook deban desembolsar un 60% más que hace tan solo seis meses. O la compra de Skype por parte de Microsoft, hace unos meses y cifrada en 5.900 millones de euros, que nuevamente triplicaba lo que la red de comunicación online valía hace apenas año y medio.

Los números parecen dispararse como la espuma, al igual que aquella en la que chapoteábamos para hacer “burbujas”. Teniendo la experiencia como referente (y una experiencia negativa, además) convendría delimitar el marco de juego, sin interceder, aunque poniendo unas reglas claras que impidan más estallidos, más zancadillas a una recuperación económica que va para largo.


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