En la jornada de ayer, el IBEX se dejaba casi un 7% de capitalización cayendo por debajo de la barrera de los 8.000 puntos. Sumados los datos con los del lunes día 8, en tan solo dos sesiones ha perdido tanto como en toda la anterior semana. El selectivo español acumula así una caída del 17% tan solo en la primera decena del mes, poniendo por vez primera un valor cierto a la incertidumbre: veinte días.
Con la octava jornada en curso, las Bolsas de Valores se enfrentan a cifras y registros que obligan a tirar de hemeroteca a quienes recurren a los titulares históricos y, cuanto más, también grandilocuentes. No obstante, ¿qué le está pasando a los mercados? Una Bolsa de Valores es un tablero en el que las empresas (o demandantes de capital) abren su capital para que los inversores y ahorradores (u oferentes de capital) compren o vendan las acciones de esas empresas, los bonos públicos de un Estado o múltiples fondos de inversión. Para ello, surge el papel del ‘broker’ o intermediario que hace funcionar este tablero de la compra-venta, siempre sujeto a un marco legal que regula y garantiza la seguridad y la transparencia de todas las operaciones.
Las Bolsas, diseñadas para fortalecer esos mercados e impulsar el desarrollo de la economía y las finanzas, parecen sin embargo estar desempeñando un rol de rebeldía antagónica. ¿Por qué reaccionan así? Porque el miedo ha sido liberado y cualquier excusa es buena para vender: nadie quiere comprar y aportar capital a ninguna empresa. O, como decíamos, hay más seguridad que rentabilidad, más ahorro que inversión. En esos tableros bursátiles, los mercados auguran con pavor un agravamiento de la crisis de deuda en el Viejo Continente y, como ayer decíamos, que en vez de cruzar el charco se extienda a otros países, generando la temida crisis en "W" (un doble ciclo de recesión).
Las Bolsas siguen respondiendo a rumores inciertos que alimentan aún más la incertidumbre de por sí instaurada. Las publicaciones a deshora de las Agencias de Rating, los bulos interesados o el ahogamiento del primer motor económico y financiero mundial siguen pesando en unas Bolsas diseñadas para que las empresas obtengan financiación y generen riqueza, para que los ahorradores se conviertan en inversores y obtengan beneficios de sus dividendos o para que los Estados obtengan recursos para hacer frente al gasto público.
Veinte días. Primer valor cierto que se da a algo inmaterial como la incertidumbre. Aunque, paradojas aparte, también lo es el miedo que está paralizando un dinero que nunca debe dejar de fluir, al menos en una propuesta capitalista de la que se debe salir cuanto antes.