Las marcas textiles emplean dos sustancias prohibidas en la UE que pueden producir cambios hormonales en seres vivos para elaborar sus productos, asegura Greenpeace.
Greenpeace desafía a las grandes multinacionales del sector a defender un futuro sin tóxicos
Greenpeace ha presentado recientemente un estudio que vincula la contaminación de muchos ríos chinos con la actividad de proveedores de grandes industrias multinacionales del sector textil; entre ellas se encontrarían Converse, H&M, Cortefiel, Adidas, Nike o Puma.
Si ya en 2001, la industria textil saltó a la palestra de las noticias por la utilización de mano de obra infantil tercermundista asiática en la fabricación, hoy parece que el sector sigue actuando impunemente utilizando la deslocalización para emplear sustancias prohibidas en la UE en la fabricación de sus productos.
Greenpeace ha sacado a relucir en un estudio titulado “Dirty laundry” (Trapos sucios), la utilización de nonilfenol y de PFC en dos fábricas que abastecen a estas importantes marcas, Youngor Textile (cerca de Shangai, afectando al delta del río Yangtsé, uno de los más importantes de China) y Well Dyeing Factory (junto a Hong Kong, en la desembocadura del Perla).
Para ello analizó durante un año las aguas residuales junto a las dos fábricas, encontrando altos niveles de los dos contaminantes que pueden producir alteraciones en el sexo de los peces y reducir el esperma de los hombres.
Pese a que los resultados son los esperados, no por ello son menos alarmantes, asegura la responsable de la campaña Li Yifang, que insta a las compañías a tomar medidas al respecto.
Además, en su estudio se señala que las fábricas denunciadas pueden no ser sólo casos aislados por lo que pide a las compañías que tomen medidas.
Tras la presentación del estudio, varios miembros de la Organización No Gubernamental pusieron carteles en la tienda de Adidas en Pekin donde se celebró.
La responsable considera que la responsabilidad de que se perjudique a sabiendas a la gente y al ecosistema, no es sólo del Gobierno, sino de las marcas que tienen un papel principal en el asunto y concluye que “seguirán intentando que el Gobierno y las multinacionales, tomen conciencia de la importancia del medio ambiente”.
Mientras tanto algunas de las empresas con las que ha contactado Greenpeace, niegan la relación con la fábrica o señalan que investigarán a sus proveedores, lo cual resulta a todos los efectos indignante. Sobre todo en empresas que mientras intentan asegurar que sus productos son lo más respetuosos posible con el medio ambiente, cometen semejantes actos de tropelía en el tercer mundo, especialmente cuando el mundo de la fabricación tiene cada vez más arraigado el concepto de la trazabilidad y el seguimiento de las materias primas utilizadas para la confección de sus productos.