El que muchos consideraban un ensayo encubierto de un misil balístico intercontinental, ha resultado un fracaso al estallar poco después de su despegue.
Corea del Norte lanzó hoy, tal y como tenía previsto, un cohete destinado a colocar un satélite de investigación en órbita. Pocos minutos después de despegar, el satélite explotó en el aire y cayendo a 200 kilómetros de la costa, según informaron fuentes norcoreanas, japonesas y estadounidenses.
El primer ministro de Japón, Yoshihiko Noda, había asegurado que su país estaba en alerta y listo para hacer frente a cualquier contingencia ante el disparo del cohete. Tokio había desplegado misiles tierra-aire y barcos destructores dotados con misiles para derribar el cohete en caso de que se saliera de su trayectoria. Estaba previsto que la primera etapa del cohete cayera en el mar Amarillo, entre Corea del Sur y China, y la segunda a unos 140 kilómetros al este de la isla filipina de Luzón, a unos 3.000 kilómetros de la base de lanzamiento.
El régimen norcoreano había prometido a la prensa internacional mostrar un evento al que había otorgado un gran valor de propaganda, tanto en el interior como en el exterior. Pero finalmente no ha sido así y el lanzamiento se ha producido en secreto.
El lanzamiento en el país más hermético del mundo, meses después de la muerte del líder Kim-Jong-Il, que fue sucedido por su hijo Kim-Jong-Un, declarado recientemente “secretario general eterno” del país.