CINE

Cuando los efectos especiales no son suficientes

Jueves 16 de octubre de 2014

Filme sosito, que defrauda y fracasa en su estructura, y que aún así se mantiene como líder de taquilla en España en su primera semana.



Director: Andrew Stanton
Fotografía: Daniel Mindel
Guión: Adaptación de la novela homónima de Edgar Rice
Reparto: Taylor Kitsch, Lynn Collins, Willem Dafoe, Bryan Cranston, Mark Strong

Valoración: ** (2 sobre 5)

Con un comienzo pasable, que consigue de alguna manera enganchar al espectador, la película se dispara en su primer punto de giro para no volver a aterrizar más. Desarrollada en un universo ficticio y complejo, como el de Star Wars, con sus reinos y héroes, la película no consigue explicar, y tampoco lo intenta mucho, la historia que nos cuenta. Demasiados nombres, demasiada historia mal presentada, hacen que durante toda su duración el film este cogido por hilos.

El argumento nos narra la historia de un soldado desencantado de la guerra de secesión (Taylor Kitsch) en los Estados Unidos del siglo XIX, y que por accidente, viaja de manera precipitada a Marte, donde es recogido por el líder de una tribu indígena (Willem Dafoe) que lo instruye en el conflicto de ese mundo y consigue que forme parte de él para luchar contra los tiránicos comandados por Mark Strong.

La película blande un sentimiento antibelicista y pacifista al principio para acabar justificando la guerra al final. Rodada en unos preciosos y hermosos desiertos, la fotografía de la película acaba resultando demasiado artificial con todas las posibilidades que otorgaban los escenarios naturales. Los efectos especiales, plato fuerte y pilar del filme, tampoco son nada del otro mundo.

Los actores no son lo peor del film aunque ninguno consigue brillar, eclipsados constantemente por las escenas de acción. El argumento y el desarrollo de la película vagan por el tiempo sin que sepamos cuales son el nudo y el desenlace ya que coordina muy mal las partes rápidas y lentas del filme. Incluso dentro de las convicciones del género de ciencia ficción, en ningún la película consigue un poco de verosimilitud en la historia. Hasta el diseño de vestuario parecía de plástico made in Taiwan recién sacado de una película de ciencia ficción de serie B de los ochenta.

El final es de truco barato, precipitado y sin justificación seria y es la guinda al pastel. En definitiva, en crisis, y con el precio actual de las entradas, hay que elegir bien que ver, y John Carter no se merece 8 euros.


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