Hay que remontarse al año 1928 para hablar del primero que existió, ideado por el alemán Erns Grafenberg, quien inventó un anillo de hilo de plata enroscado en una espiral y con un diámetro de 1,5 cm. En la década de los 60 se fabricaron con plástico y cobre y fue entonces, concretamente en 1962, cuando se presentó el primer DIU aceptado por las autoridades sanitarias.
Existe una variedad que posee un depósito de hormonas, levonorgestrel o progesterona, en su rama vertical, y que es denominado DIU hormonal.
Ambos tipos se basan en la reacción que experimenta el endometrio ante la presencia de un cuerpo extraño, liberando leucocitos y prostaglandinas, sustancias que evitan que el espermatozoide alcance el ovocito.
En los dispositivos de cobre, material empleado al comprobarse su efecto espermicida, las enzimas experimentan una alteración y se anula la capacidad del esperma. Su eficacia depende de la carga de cobre que lleve, siendo los de mayor carga los que menor tasa de embarazos presentan (de 0 a 0,5%). En este tipo de DIU la eficacia es de aproximadamente 99,7%.
En los dispositivos hormonales, el moco cervical se espesa e impide la entrada del esperma pudiendo evitar la ovulación. La gran ventaja sobre los de cobre es que este tipo disminuye el sangrado menstrual y no presenta riesgo de hemorragias. La eficacia es de aproximadamente 99,9%.
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