Productos de uso diario como los pegamentos, ambientadores, champús o detergentes han sido probados en animales durante décadas, sin ningún tipo de reparo.
Afortunadamente, estas prácticas, que pueden implicar desde el afeitado de pelo para comprobar la irritación, hasta la ingesta de productos para cuantificar su toxicidad, ya no gustan al público. Las empresas lo saben y parece que tienen los días contados, al menos en Gran Bretaña, donde la Ministra de Interior ha afirmado que esta práctica ya no se puede considerar aceptable.
Esto no es nada nuevo porque en dicho país se prohibió la utilización de animales para la prueba de cosméticos hace 13 años, y sin embargo entre 1997 y 2006 se estima que se utilizaron 7184 animales para probar productos, como desinfectantes o blanqueadores, y en el último año 24 ensayos han sido realizados.
Y no estamos hablando de pruebas que no puedan causar efectos perjudiciales permanentes en los animales, sino de pruebas que pueden suponer la muerte de los peces, ratas, cerdos de Guinea o perros en los que se realicen.
Pero gracias a la presión de consumidores de marcas y de la Unión Británica para la Abolición de la Vivisección para prohibir las pruebas en animales para productos del hogar, hoy estamos un poco más cerca de ver esta prohibición en Reino Unido.
Después de innumerables campañas que han llegado a nuestro país, donde una de las últimas, la de la ONG Defens Animals en la Puerta del Sol, antes del 23 de Abril comparaba la utilización de los animales para probar medicamentos con la investigación con judíos que realizaron los nazis; ningún ente público ni mucho menos un político se atreve a decir que estos experimentos deben continuar.
En Europa la venta de productos cosméticos testados en animales será ilegal en 2013. Esperemos que sea así y no sea pospuesta por presiones de los distintos lobbys, especialmente del sector farmacéutico, donde los científicos insisten en la necesidad de que las pruebas en animales se mantengan para la investigación de nuevos medicamentos.
El debate está en la calle, lo que está claro es que a nadie le gusta saber que los productos que utiliza en casa son los responsables de muertes, aunque éstas sean de animales y que la solución no está en ocultarlo ni en realizarlo en terceros países.
Por ejemplo, los laboratorios Pharmagene de Gran Bretaña usan exclusivamente tejidos humanos y modelos por ordenador en el desarrollo de sus productos que incluyen medicamentos. Tan sólo usan biología molecular, bioquímica y farmacología analítica para analizar cómo los medicamentos pueden afectar a los genes humanos y sus proteínas, es decir, en lugar de utilizar animales, se cultiva in vitro los tejidos humanos que se requieran para el estudio y problema resuelto.
Existe un software llamado TOPKAT que evitaría todos los estudios de toxicidad en animales, al predecir la toxicidad oral, cutánea y la irritación de los ojos ó mediante otro programa informático se puede recrear un modelo de corazón humano para probar los medicamentos electrónicamente y con él ver el comportamiento metabólico del medicamento.
¿Por qué no los utilizan?
Podríamos pensar que es por economía, que es más rentable utilizar animales que el diseño de los programas informáticos o la generación de tejidos in vitro y seguramente es lo que nos dirían.
Sin embargo, eso no es del todo cierto, porque por ejemplo, los estudios sobra el cáncer en animales pueden costar 400.000 $ y 8 años de investigación, mientras que sin ellos podrían costar cien veces menos y arrojar los resultados en menos de un año.
¿Por qué entonces?
Solo ellos saben el motivo para su reticencia. Pero esperemos que el ejemplo de los laboratorios Pharmagene y el de Inglaterra se generalicen y que para el 2013 ya no sea necesaria la normativa.