NATURALEZA Y MEDIO AMBIENTE

Las aves de ciudad, mejores supervivientes que sus homónimas silvestres

Por David Rodríguez Cenalmor

Jueves 16 de octubre de 2014

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Gracias a varias investigaciones llevadas a cabo en diversos países, se ha podido demostrar lo que hasta ahora parecía obvio. Y es que, aparentemente, las aves que habitan en la ciudad, tienen requerimientos menos especializados, pudiéndose adaptar a una mayor variedad de microentornos como los que podemos encontrar en las grandes ciudades.

 

Podríamos pensar que esto no es un tema que requiera investigación, un simple tema de conversación, pero puede ser vital a la hora de diseñar programas de conservación para preservar especies amenazadas si sus necesidades entran en conflicto con las del ser humano, que cada vez, con mayor brevedad, va ocupando más y más espacio.

 

“El hábitat urbano es generalmente más riguroso que los hábitats que estas aves tradicionalmente ocuparon” opina John Wingfield, miembro de uno de los estudios, llevado a cabo por la Universidad de Washington.

 

El equipo liderado por Frances Bonier, predijo que el ambiente generalista podría ser más severo que el de aquellas especies que tienen necesidades más especificas, ya que las condiciones de los hábitats perturbados por los humanos tienen mayor probabilidad de ser tolerados por aquellas especies más generalistas.

 

En otras palabras, si en un área donde coexisten dos especies con distinta capacidad de adaptación a las condiciones ambientales, el hombre decide urbanizarlo, resulta mucho más probable que sobreviva aquella que presenta una mayor tolerancia ambiental que la otra, debido a que el más tolerante tiene un máximo de aptitud más amplio para un mayor rango de condiciones ambientales y sólo frente a factores extremos se vería incapaz de habitar.

 

Pero ¿qué debemos entender por resistencia o dureza de una especie? Es difícil explicarlo de forma sencilla, pero para los estudios se definió como especie generalista, aquella que vive en una amplia distribución geográfica, ya que si abarca una distribución geográfica amplia, tiene que ser capaz de adaptarse a una gran cantidad de variedades de condiciones ecológicas.

 

Una vez que sabemos esto nos puede asaltar la siguiente pregunta ¿Cómo se eligieron las especies objeto de estudio? La respuesta es sencilla, mediante cuestionarios a los distintos observadores de pájaros, ornitólogos, biólogos y otros, en los que se les pedía que identificaran las especies más comunes dentro de sus ciudades.

 

Podríamos preguntarnos, ¿cuántas especies de pájaros se necesitan comparar y de cuántas ciudades para llegar a las conclusiones del estudio? Unas 217 especies urbanas de las 73 ciudades más grandes del mundo comparadas con 247 especies rurales de 14 órdenes taxonómicos distintos, lo cual resulta complicado, sobre todo si han de coincidir para poder ser comparadas en el género y en que la especie rural deba habitar una distribución geográfica que incluya la ciudad en la que habita la especie urbana.

 

Uno de los equipos independientes encontró que las aves urbanas tenían una distribución latitudinal y en altura, significativamente mayor que sus congéneres rurales, y que este patrón permanecía inalterable incluso cuando se analizaba un único genero aviar o una ciudad de los Estados Unidos.

 

Este estudio resulta de vital importancia, puesto que se trata de la primera comparación controlada filogenéticamente entre aves urbanas y aves rurales que sugiere que las aves urbanas demuestran una mayor variedad de flexibilidad comportamental, fisiológica y ecológica que la demostrada por las aves rurales, lo que las hace capaces de sobrevivir mejor en un hábitat ocupado por el hombre.

 

Y lo que es más importante, este estudio avala otros estudios y predicciones que afirman que aquellas aves con menor capacidad de adaptación tienen mayor probabilidad de estar en un mayor riesgo de extinción que los que tienen una mayor flexibilidad en sus requerimientos. Todos sabemos que el clima está cambiando y que el hombre está intensificando estos cambios, por eso es necesario que podamos identificar a aquellas especies que no serán capaces de adaptarse a los cambios.

 

Este primer estudio, confirma nuestras creencias, pero el siguiente las justifica: las especies que viven en la ciudad poseen un cerebro mayor que el de las aves rurales y eso les permite adaptarse mejor a nuestra forma de vida.

 

Este segundo estudio, realizado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), justifica y explica lo anterior.

 

De acuerdo a este otro trabajo, publicado también en la misma revista “Biology Letters” el cerebro de las especies urbanícelas, tales como el carbonero común o la urraca, es un 20% más grande que el de especies que permanecen alejadas de él, como la oropéndula.

 

Alejandro González, investigador del CSIC de la Estación Biológica de Doñana, justifica la necesidad de este incremento del cerebro en la mayor complejidad del ambiente urbano y en el reto que supone para las aves este ambiente novedoso.

 

Ya hemos visto lo complicado que puede resultar la verificación del estudio anterior, sin embargo, para la justificación, no ha sido necesario un trabajo, a simple vista, tan complejo. Tan sólo ha sido necesario comparar los datos de 82 especies de paseriformes (el grupo más numeroso de aves del planeta y que además, suele ser el grupo que más podemos ver en las ciudades).

 

Se analizaron 12 ciudades representativas de Francia y Suiza, y se pudo comprobar, que de esas 82 especies, menos de la mitad, 38, son capaces de anidar y criar a sus crías dentro del centro de estas ciudades.

 

Todas las especies, con la excepción de los humanos, tienen un margen de adaptabilidad a partir del cual no son capaces de subsistir. Un entorno urbano en el cual las condiciones naturales se ven seriamente alteradas, supone una dificultad añadida a estas características que las aves han de ser capaces de superar.

 

Es por esto, que sólo aquellas que posean un mayor nivel de innovación y posean un mayor tamaño cerebral relativo serán capaces de afrontar este desafío ambiental. Esto supone un filtro ecológico que impide el acceso de ciertas especies al entorno urbano.

 

Siendo las ciudades el medio ambiente que más se está generalizando en la actualidad, la biodiversidad aviar podría verse seriamente perjudicada al verse incapaces de soportar el cambio que la ciudad implica.

 

Y aunque resulta necesario comprobar si ambos estudios se repiten a una escala mayor, no podemos dejar de pensar que resulta necesario cambiar nuestro modelo de gestión, uso y ocupación del terreno. De ello puede depender el futuro de muchas especies.


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