Ayuntamientos y vecinos de varias localidades abren locales y polideportivos, suministran víveres, facilitan asistencia médica e incluso lavan la ropa a los caminantes de las Marchas de la Dignidad.
Apenas cuatro días antes de la "gran manifestación" en la que confluirán en la capital, las seis columnas a las que se unirán una comitiva internacional y otra integrada por los residentes en Madrid, los manifestantes se muestran optimistas y agradecen el apoyo recibido.
"En todos los pueblos nos han recibido de maravilla independientemente del signo político de los ayuntamientos", asegura a Público Manuel Rodríguez, de la columna del sudoeste (Extremadura), integrada por cerca de 200 personas que pasarán la noche en un polideportivo cedido por el Ayuntamiento de Móstoles, y que durante la mañana de este martes han hecho su entrada en la localidad madrileña. "Por la carretera muchos coches nos han saludado pitando, alzando el puño, animándonos", sostiene.
"La primera etapa fue domingo, había mucha gente andando, vinieron autobuses de todas las provincias, hicimos noche en Villacañas con una acogida bastante buena, hicimos una asamblea... Ayer estuvimos en La Guardia, hicimos una asamblea en el mismo pabellón que nos concedieron, y el Grupo Izquierda Unida nos facilitó la comida", afirma Mari García, jornalera del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) y una de las caras más conocidas de esta acción reivindicativa, que camina con la columna andaluza.
"La excepción ha sido Navalmoral", asegura Rodríguez. "El alcalde [Rafael Mateos, del PP] se negó a prestarnos el polideportivo, por lo que los vecinos acabaron coreando consignas contra él: 'Cacique, Mateo lo que has hecho está muy feo'.
Tuvimos otro problema en Valmojado, porque el alcalde se negó a dejarnos el polideportivo, pero como en Navalmoral vieron que todo el pueblo criticaba al alcalde, la presión les hizo cedernos una especie de casas rurales. Ha sido el pueblo el que ha salido a exigir al alcalde que nos acogiese: esto no es una marcha de fiesta, es una marcha reivindicativa de los derechos básicos, y los vecinos lo saben. Hay gente que ha lavado nuestra ropa en su casa, a otros compañeros hasta que les han cortado el pelo", asegura el activista.