El ministro de Exteriores ruso, Serguei Lavrov, ha acusado a Occidente de no haber reaccionado a tiempo ante la crisis de Ucrania y los actos de grupos armados que se produjeron en Kiev.
El jefe de la diplomacia del Kremlin ha denunciado así que desde los países occidentales se apoyara a estos grupos. Asimismo, ha reprochado a Estados Unidos y a la Unión Europea, que han amenazado con sanciones a Rusia, que permitan que "se puedan violar todos los tratados y la Constitución ucraniana" mientras reclama que "otros tienen que cumplir todas las leyes y las obligaciones".
"Hubo un asalto armado al poder y el presidente electo fue apartado por métodos que no están previstos por las leyes" ni la Constitución ucraniana, ha denunciado el ministro ruso, advirtiendo de que "los malos ejemplos son muy contagiosos y hay que ser consecuentes en todas las acciones".
La situación en Ucrania "es un problema complejo y todos tienen que basarse en la letra de la ley", ha reclamado. Para el jefe de la diplomacia rusa, algunos tanto en la Rada (Parlamento) como en los países occidentales están tratando de "complicar la relación entre Rusia y Occidente e intentan pescar algo en aguas turbulentas".
Reunión ruso-americana
En una rueda de prensa en Madrid con el jefe de la diplomacia española, José Manuel García-Margallo, Lavrov ha confirmado que tiene previsto reunirse esta tarde con el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, aprovechando que ambos estarán en París para asistir a un encuentro sobre Líbano, con el que abordará la situación en la antigua república soviética.
Preguntado sobre la propuesta formulada por el presidente estadounidense, Barack Obama, de enviar observadores internacionales a Crimea, donde la tensión ha aumentado en la última semana, el ministro de Exteriores ruso ha dejado claro que "no tienen que dirigirse a nosotros, sino a aquellos que en Ucrania ahora responden por el orden y la supervivencia de la población".
Así, ha precisado que la decisión de "invitar" a observadores internacionales debe partir de los "anfitriones", en este caso las nuevas autoridades en Kiev, cuya legitimidad Moscú no reconoce, y en el caso de Crimea el nuevo Gobierno aprobado la semana pasada por el Parlamento regional y que lidera el prorruso Sergei Aksionov.
Obama arrinconado
La crisis desencadenada por la intervención rusa en la península ucraniana de Crimea pone a prueba el liderazgo internacional del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, un poder muy cuestionado por los republicanos, que le acusan de haber debilitado al país lo que envalentona a sus adversarios.
Mientras Obama estudia con sus aliados internacionales cómo responder al despliegue ruso en Ucrania, la oposición republicana ha salido en tromba a culparle de la crisis con el argumento de que su apuesta por la diplomacia y el multilateralismo han dejado un vacío de poder en el mundo que están aprovechando otros países como Rusia.
"Teníamos razón". Esto es lo que hoy han reprochado a Obama todos los líderes republicanos que avisan desde hace años de que Rusia es el rival geopolítico más importante de Estados Unidos, y que incluso pronosticaron que podía darse una situación como la actual en Ucrania.
En 2008, cuando Rusia invadió Georgia, el entonces candidato a la presidencia por el Partido Republicano, John McCain, advirtió en un debate con su rival Obama: "Todo esto tiene mucho que ver con Ucrania, con Crimea, la base de la flota ruta en Sevastopol".
En la siguiente campaña, la de 2012, el también republicano Mitt Romney fue todavía más allá al afirmar que Rusia era el mayor adversario geopolítico de Estados Unidos pero Obama negó la mayor con vehemencia en un debate presidencial y dio a entender que no tenía sentido seguir señalando a Rusia como el gran enemigo de Estados Unidos. "La guerra fría acabó hace veinte años", le espetó entonces a su oponente para invalidar su tesis.