ECONOMÍA

El euro se emancipa de la UE

Jueves 16 de octubre de 2014

Quién diría que aquella ''Europa de dos velocidades'' cobraría un significado tan igual y tan distinto: una cumbre de la que salen el euro, con sus vitales constantes, y la UE más desunida que nunca.



La enésimo primera cumbre por la salvación del euro y la propia Unión tiene más tintes de derrota que de una victoria. La estabilización del euro se ha “logrado” a costa de una desintegración política que tensa las relaciones cada vez más entre los pro-europeos y sus escépticos, encabezados por una Gran Bretaña que ayer plantaba a todos en la cumbre en un intento por preservar su “insularidad financiera”.

Lo que pudiera haber sido un jaque a los mercados por parte de la Unión Europea ha pasado a ser un envite exclusivamente de 23 países miembro, paradójicamente mermados por ese órdago lanzado desde Gran Bretaña y su jugador, el primer ministro David Cameron. Con un euro que ha generado precisamente lo contrario de lo que pretendía (la unión total), ¿cómo queda ahora repartido el nuevo tablero de la “Unión Europea Fiscal”?

Sarkozy, actor y gran beneficiado

“Tras diez horas de negociaciones, no se ha podido llegar a un acuerdo porque nuestros amigos británicos no han querido”, resumía en su comparecencia ante los medios el presidente galo. Subrayando esa “amistad”, lo cierto es que en el Elíseo parisino celebran, en cierto modo, el final que ha tenido la contienda.

Aunque Francia se mostró durante toda la cumbre como un fuerte aliado de los germanos en su intento por lograr una solución a 27, la excusa dada por Cameron congenia mejor con los planes de Sarkozy. La propuesta alemana federalista a largo plazo daría un papel menor a Francia que el que tendría en el acuerdo intergubernamental que se ha dado. Y en el Elíseo son conscientes de esos dos factores: el papel protagonista de Francia al evitar el hundimiento del euro y el tiempo que tiene para demostrarlo. Por descontando, de cara a las elecciones presidenciales.

Cameron, actor en busca de beneficio

El ala más euroescéptica (y más británica) ha reforzado la posición de un David Cameron que ha logrado aquello que ni siquiera logró la Dama de Hierro (Margaret Tatcher) en sus días como comodora del 10 de Downing Street: aislar al Reino Unido del resto de Europa. Eludiendo metáfora inoportunas, los británicos ven en una mayor implicación fiscal una pérdida de sus ventajas comparativas con el resto de la UE: especialmente ahora que su City (o centro financiero) se ha convertido en el epicentro mundial.

Tal y como lo ha definido un reconocido analista económico, Cameron se ha valido de la crisis del euro para intentar adquirir una “patente de corso” (valga la redundancia de su sentido más corsario) que abandere su industria financiera (meritoria de un análisis aparte). Tal y como Hora Punta apuntó en su día, la insularidad británica es su mayor pilar y, al mismo tiempo, una gran fisura. El derecho a veto que poseen los británicos en el Consejo de Europa comienza a ser sinónimo del sentimiento antieuropeo que se expande entre la población de las Islas.

España, fuera del reparto

La primera gran apuesta de Mariano Rajoy, en su lucha por devolver a España al lugar que le corresponde, ha sido truncada con una dosis de realidad: la negativa del derecho a veto por parte del Club de los Tres (Francia, Italia y Alemania). El líder popular pretendía un papel equiparable al resto de economías fuertes del euro (entre las que España, a nivel económico, se la presupone formar parte).

La exclusión de España en la toma de decisiones del nuevo mecanismo económico europeo, el fondo permanente, refleja cuánto ha de trabajar el nuevo ejecutivo para obtener, siquiera, un papel en el futuro de una Unión cada vez menos unida: España queda en una situación completamente incierta.


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