Con más apuros que el Madrid, pero midiendo los tiempos de sus principales figuras y jugando con la ventaja inicial, el Barcelona logró meterse en la final de la Copa del Rey merced a un primer cuarto explosivo que dejó herido de muerte a su rival.
Los de Perasovic perdieron el partido en el primer asalto. No llegarían ni a la decena de puntos y la diferencia entre ambos conjuntos sería ya insalvable, más 22 (31-9). Navarro parecía tener prisa por dejar el tema zanjado y se cascaba tres triples sin avisar (9-0). Con semejante golpe en la mesa, el Barcelona encarrilaba su pase a la final.
Esos sí, no sería un paseo como pronosticaban los primeros 10 minutos, porque el equipo valenciano no está por encima de los azulgrana en Liga de casualidad (le sacan cuatro partidos de ventaja). Agarrados a su potencial buscaron lo imposible.
Ganaba el segundo cuarto y reducía la diferencia a 15 (48-33) merced a Doellman que sí encontró el aro superado la pájara inicial.
Siguió apretando los dientes tras el descanso con una presión en toda la cancha y una defensa más acorde con su temporada. El Barça no metía tan fácil y la ventaja menguaba con el paso de los minutos.
El tercer cuarto se lo llevaba el Barcelona por un solo punto (16-15), pero la travesía era demasiada larga para remarla toda ella a contracorriente. El Barça mantuvo la diferencia aunque los últimos minutos la dejaron a la mínima expresión. Y es que siguió apretando el Valencia que logró dejar la brecha en seis puntos.